Luego de las votaciones presidenciales y congresuales, el régimen de Abinader-PRM, además de contar con la participación directa de representantes del poder oligárquico capitalista y del imperialismo occidental, pasa a controlar absolutamente todos los poderes institucionales del estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, con una fuerte impronta ultra conservadora.
La mayoría aplastante del PRM no augura reformas sociales y políticas progresivas en vertientes como latifundio, monopolios, oligopolios, régimen de propiedad, soberanía y autodeterminación, medio ambiente, relaciones de género y derechos de la mujer, sistema electoral y de partidos, salud y seguridad social, política exterior, sistema eléctrico, relaciones obrero-patronales, y vínculos con el resto del mundo.
En ese orden, la orientación fundamental de este continuismo contempla mantener el estatus quo esencial e imponer nuevas contra-reformas, dadas las características ultraconservadoras y la profundización de la degradación ético-moral del Congreso electo el pasado 19 de mayo, dominado aplastantemente por el PRM y aliados. Eso no excluye algunos adornos para oxigenar el dominio, pero todo indica que el cambio podría profundizarse para peor.
En materia fiscal, salud y seguridad social, código penal, código laboral, su actitud apunta a reformas mediocres mezcladas con contra-reformas y conservadurismos. En lo constitucional –además de insistir en la aberración de prolongar las funciones del órgano legislativo en materia de reformas constitucionales y de seguir bloqueando la necesidad de un poder y un proceso constituyente- Abinader limita su propuesta a dos puntos de alcance limitado y de hecho ya conquistados: el candado a los actuales límites de la repostulación presidencial y la eliminación del Poder Ejecutivo para designar la composición de la Procuraduría General de la República. Nada nuevo ni trascendente.
Desde su gran dominio institucional y el apoyo recibido por las fuerzas de la nueva neo-colonialidad y la modernización del capitalismo gansterizado bajo el mando de EE. UU. y la elite capitalista nativa, Abinader le propone al maltrecho PLD, a la protegida FP y a otros opositores, compartir las políticas públicas a ejecutar con la premisa cierta de que “triunfaron todos”, reciclando una falsa democracia, y de que “lo que los une es mucho más de lo que los separa”, algo muy evidente.
La idea es agregar a la dictadura institucional de un partido y de una clase transnacional y local, la mayor parte posible de una falsa oposición, predominantemente ultra conservadora. Ese colmo del reaccionarismo abinaderiano, se dificulta por la actitud Leonel-FP, quien al parecer apuesta a una oposición de derecha más intensa, y por la inhibición del destartalado PLD después que Abel se reuniera con Abinader.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).