Vuelvo sobre el tema de las reformas.
Comienzo por la Reforma Constitucional anunciada por Abinader como prioritaria, lo que implica posponer por meses la denominada reforma fiscal, evidentemente empantanada desde hace tiempo y al parecer trabadas sus posibilidades en el presente inmediato por las contradicciones ocultas al interior de la clase dominante-gobernante, el sistema político y el propio PRM.
Ahora bien, la simple reforma constitucional, como ha sido planteada desde el solio presidencial, no va más allá de algunos remiendos a la actual Constitución pele-leonelista del 2010, reformada en el 2015 solo para incluir la repostulación presidencial sucesiva.
La constitución vigente es una constitución neoliberal, privatizadora, conservadora, presidencialista-autoritaria, que auspició y sustenta un sistema político, un régimen de partidos, un sistema electoral, todos antidemocráticos y tramposos; además de un régimen económico-social plagado de injusticias y desigualdades hirientes.
Tal contenido impregna el texto y no se supera con simples parches y remiendos.
El país necesita una nueva constitución que se inspire, profundice y amplíe el carácter democrático y socialmente avanzado de la CONSTITUCIÓN DE 1963.
Necesita de una nueva constitución elaborada mediante un Proceso Constituyente participativo, organizado democráticamente y que concluya en una ASAMBLEA CONSTITUYENTE, soberana, abierta a los movimientos sociales demandantes, independiente de la Asamblea Legislativa o Congreso electo en mayo pasado; congreso cuya composición, por demás, pinta peor el de este periodo: más conservador y moralmente más degradado.
Las reformas a la constitución que está proponiendo Abinader, están destinadas, pues, a ser discutidas y aprobadas en un Congreso integrado en gran parte por personas descalificadas para tales funciones, atadas al clientelismo político, a la corrupción, a las ideas conservadoras.
Abinader asume y propone exclusivamente dos modificaciones: que la PGR no sea nombrada por el Poder Ejecutivo y el MP sea “independiente”, y que además se refuercen los requisitos para variar el artículo sobre la reelección (el ya famoso “candado”). Nada del otro mundo a estas alturas y las dos iniciativas todavía sin elaborar.
Pero eso no se queda ahí, porque resulta que está establecido que la asamblea legislativa, en funciones de revisión de la Constitución, es soberana y que ella puede someter y aprobar otras sugerencias, que ya comienzan a batirse y podrían empeorar el contenido de esa constitución.
En consecuencia, abrir esa ruta es muy peligroso y podría devenir en tortuoso, dado que será un congreso muy cuestionable el que aprobaría constituirse en ASAMBLEA REVISORA mediante una ley que fija los artículos a reformar y decide todo lo relativo a sus reformulaciones e incorporaciones sugeridas; lo que implica la continuación de una usurpación histórica del poder constituyente por un poder legislativo que asume las dos funciones, viciando reiteradas veces los procesos de revisión y reformas.
Es objetable, por tanto, poner a depender un asunto tan delicado de la decisión de una mayoría congresual integrada por un PRM y por un conjunto de partidos que han convertido la política en negocio y abrazado ideas ultra conservadora. Y más que objetable, es totalmente inaceptable.
Esto hay que debatirlo precisamente para impedirlo, demandando democracia, exigiendo la creación del poder constituyente al margen del poder legislativo, oponiéndole a esa asamblea revisora la convocatoria de una asamblea constituyente soberana, libremente electa y con partición popular.
En tales circunstancias tenemos que proponernos crear conciencia colectiva y capacidad para quitarle al Congreso el poder usurpado al pueblo soberano.
Con esos fines es necesario impulsar esta trascendente discusión, acompañándola de una labor de persuasión con ideas precisas, sencillas, comprensibles…
A la vez es imperioso elevar los niveles de exigencia y movilización… hasta vencer la resistencia; conscientes de que ese trascendente propósito tiene adversarios poderosos; comenzando por el Congreso que será instalado en agosto, por los partidos del sistema, por este gobierno, por elites capitalistas inescrupulosas y por las cúpulas conservadoras de iglesias, que es preciso contrarrestar… hasta obligarlas a ceder.
Hay que atreverse a hacer posible lo que parece imposible. No hay de otra.
@narcisoisaconde
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).