Para la gran mayoría de las personas lo más difícil de vivir, es vivir consigo mismo.
Conocerse a «si mismo» es una tarea asignada a verdaderos campeones del humor y la autoestima.
Aunque todos pensemos que «siempre» estamos en lo correcto, la realidad es que «eso» también es solo dado a unos cuantos.
Conocerse a sí mismo y ser capaz de «saber» hasta donde podemos llegar es un asunto de pocos.
El humor negro es uno de los signos para reconocer a este tipo de ser humano. Se ríen hasta de sí mismos y son capaces de burlarse de sus «pendejos» errores y ¡sí! No son cien por ciento perfectos.
Cuando uno se conoce a sí mismo, y este en verdad «es un asunto serio», uno se «desprotagoniza» de las alabanzas y aplausos.
Es capaz de ceder su espacio a «otro» que él sabe lo hará mejor y por el bien de todos.
Conocerse a sí mismo será un asunto que el tiempo amolde en forjar. No se nace sabiéndose, además, el entorno es clave en la «iluminación» temprana o tardía.
En realidad, no es que se llegue a conocer a quien realmente uno es ya que «eso» solo lo sabremos cuando muramos. A quien uno si «conoce» es a «este» con el que uno «conversa» constantemente.
A ver si me explico mejor. Este, es decir, usted o yo, somos unos loquitos que andamos por ahí hablándonos a nosotros mismos como si lleváramos un espejo dentro.
Entonces, uno se piensa que existe y en verdad si existe, pero en un mundo que no es real, ósea, «si lo es» pero esta creado en un escenario acoplado al traje que vestimos… ¿me explique?.
Intentémoslo de nuevo; cuando uno se conoce a sí mismo, se reconoce como un impostor, «alguien» que ocupa el lugar de otro… yo sé que ya estoy sonando como Cantinflas, pero «pongamosno» atención.
Uno llega a este mundo desde «el más allá» con la mente en blanco. La vamos llenando y adaptando de todo lo que nos rodea, luego, se empieza a sospechar y se pregunta uno ¿!pero! estamos condenados a muerte? Y ahí, verifica que uno no tiene sentido de ser.
Regresamos, luego de un tiempo, al «más allá» y es «allá» donde uno se da cuenta de quien uno es y no de quien uno pensaba…
Conocerse a sí mismo, en este estado iracundo llamado vida, es precisamente eso, saltarse las iras, los dramas y las angustias y solo aceptar los inevitables dolores ya que son «gajes» necesarios insertados en el traje de esta «estoica» dimensión.
Cuando «uno» logra «eso» de conocer que uno no es, entonces se empieza a reír de todo y de todos y es cuando «la gente» que sí está segura de saberse que son, mira con pena a ese pobre loquito riéndose solo…
Ya lo dije una vez, llegar a conocer el misterio de la vida nos producirá locura pues es imposible acumular tal conocimiento…y seguir igualito…
Solo imagínense ustedes que lleguemos a descubrir que el que está aquí no es usted y que usted… esta «más allá».
Que usted no es más que una marioneta, un robot o un zombi. Que no importa pa’ donde coja, el rayo le caerá hasta debajo de su casa.
Que venimos con un guion inalterable que ni siquiera el famoso «libre albedrio» podrá cambiar.
Un destino despiadado o amable. Una «buena suerte» con tiempo limitado… ¿y una mala? ¡también!… ¡menos mal!.
Sin querer me desvié del tema ¿o no? Bueno, el asunto es que, este, da muchas vertientes por donde irse y yo me fui por la más loca de todas, ya me lo imaginaba yo… «me conozco demasiado»…
Usted siga intentando conocerse, si logra llegar a viejo ahí es donde se confundirá de verdad, no se recordará ni siquiera de su nombre y mucho menos los de su propia familia.
La verdad que este asunto de conocerse a sí mismo no sirve para nada, mejor es hacerse el loco y reírse hasta de esos que me llaman Máximo sabiendo «yo » que soy mínimo… ¡Salud carajo!.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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