Por Antoni Belchi
Florida, EE. UU. (VOA).- La crisis sanitaria a raíz del brote del coronavirus ha despertado el ingenio de muchos para seguir intentando llevar una vida más o menos normal y siempre respetando las indicaciones de los funcionarios de salud.
Las iglesias no se han quedado atrás. Las misas están suspendidas hasta nuevo aviso y algunos sacramentos, como la comunión o la confesión, tampoco se realizan. ¿Por qué? La normativa actual obliga a dejar un espacio de seguridad de, por lo menos, 6 pies (casi 2 metros) entre persona y persona, por lo que resulta imposible llevarlos a cabo.
El domingo, el gobierno estadounidense indicó extender el distanciamiento por un mes más, hasta el 30 de abril, en momentos en que el epicentro de la pandemia se ha desplazado a Estados Unidos y autoridades de salud han dicho que podrían morir a causa de la COVID-19 entre 100.000 y 200.000 personas.
Las tecnologías han ayudado a la adaptación
Muchos sacerdotes han tenido que optar por las nuevas tecnologías. Ahora, muchos realizan la eucaristía a través de Facebook Live o por YouTube con el objetivo de seguir manteniendo el contacto con sus feligreses.
Richard Vigoa, el párroco de la Iglesia de San Agustín en la ciudad de Coral Gables (Florida), también se ha “modernizado” ante esta situación. Además de hacer sus misas vía telemática, también se ingenió un sistema para ofrecer la confesión.
Lo hizo a través del “drive-thru” o autoservicio: las personas acuden al estacionamiento de la iglesia, hacen fila y una por una van pasando, sin bajarse del vehículo, para confesarse.
“Surgió porque yo vi una foto de un sacerdote en el norte de Estados Unidos, lo vi sentado muy cerca del carro y pensé que eso era muy peligroso por el virus. Creía que lo mejor era estar un poco más distanciados”, relataba en entrevista con la Voz de América.
Confesiones por teléfono
Así que pensó en la posibilidad de utilizar un teléfono celular como vía de comunicación para cumplir con las órdenes de este sacramento.
“No es que el sacerdote está haciendo la confesión por teléfono”, señala al tiempo que recuerda que este sacramento obliga a que el feligrés y el sacerdote estén presentes en un mismo espacio físico.
“Una confesión por teléfono es inválida, es decir, una persona no puede estar en su casa y llamar a un sacerdote para confesarse: eso no es. Para que sea válida, el sacerdote tiene que estar presente”, insiste.
Aquí, en vez de “una ventanilla o una pared de confesionario, hay un vidrio del carro”, de manera que el sacerdote puede ver a la persona al tiempo que utiliza el teléfono “para oír mejor la confesión”.
«Hace falta la reconciliación con Dios»
Fernando Álvarez, un hombre que lleva casi tres décadas viviendo en el sur de la Florida, es un habitual en la iglesia de San Agustín, en Miami. Él era una de las personas que esperaba su turno para confesarse con el sacerdote.
“Creo que es muy importante (la confesión) durante la Cuaresma específicamente, y en todo momento de nuestra vida, pero especialmente durante este tiempo”, comentó a la VOA.
Para él, esta iniciativa “es fantástica” porque, de alguna manera, se siguen manteniendo las tradiciones, a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades.
“Me parece excelente, magnífico, y creo que hay una o dos iglesias más que lo hacen, y de veras creo que todas deberían estar haciéndolo porque creo que hay mucho deseo de reconciliarnos, y más en este momento”, subrayó.
Vigoa hizo referencia a algunas críticas que la Iglesia Católica ha recibido en los últimos tiempos por haberse quedado “anclada en el tiempo” y no adaptarse a las nuevas generaciones.
“Ahora la Iglesia tiene que seguir siendo Iglesia, pero de un modo diferente, nos están empujando a que seamos creativos, y a que la gente se sienta más cerca a Dios”, explica.
El Vaticano no lo acepta
Sin embargo, el Vaticano no lo ha entendido de la misma forma. Hace unos días, envío un comunicado interno a todas las Arquidiócesis del mundo advirtiendo que esta fórmula no era válida ya que “no se respetaba la privacidad” de los sujetos.
Mientras tanto, Vigoa y otros sacerdotes de Estados Unidos, que se habían anotado a la nueva moda de confesión, están estudiando otras maneras de seguir realizando este sacramento teniendo en cuenta la normativa de las autoridades sanitarias.
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