A rajatabla
Quienes participaron en el último medio siglo en la actividad política con la casaca de la izquierda deben una disculpa histórica a la clase media, segmento social y económico vilipendiado injustamente al enrostrarle el rol de una burguesía inexistente en término de clase gobernante, contraparte de una clase obrera también irreal.
El Banco Mundial define a ese sector como aquel que tiene una baja probabilidad de caer en la pobreza, aunque también se caracteriza por sus elevados índices de endeudamiento para suplir necesidades como salud, vivienda, transporte y diversión, por lo que puede decirse que la capacidad de un clase media no está en la liquidez que genera, sino en el acceso al crédito.
Durante más de cincuenta años, una pequeña burguesía pobre y muy pobre se intoxicó con la idea de que todo aquel exhibiera alguno tipo de bienestar como una vivienda digna, un vehículo nuevo, capacidad de viajar al extranjero y retornar, entre otros «privilegios», era «enemigo de clase», como si la pobreza fuera un atributo ideológico.
Informes del Banco Mundial y del programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, estiman que durante el periodo 2000-2015, el número de pobres se redujo en 787,124 personas y que la clase media aumentó en 915,879 ciudadanos. La pobreza alcanzó el 28.2% durante la crisis bancaria de 2003, al 2005.
En los primeros seis meses del año pasado, la cartera de créditos del sistema financiero ascendió a RD$1.77 billones, con un crecimiento interanual de 16.5, y una participación del crédito de consumo de un 23.5% excluyendo tarjetas de crédito e hipotecario, lo que resalta el nivel de endeudamiento de la clase media.
Una clase media puede ser un médico, ingeniero, mercadólogo, odontólogo, periodista, emprendedor, comerciante, industrial, intermediario o cualquier ciudadano cuyos ingresos económicos superen el umbral de la pobreza moderada.
Contrario a la percepción que se tenía desde hace más de medio siglo, de que la clase media era el recipiente de la clase explotadora, queda demostrado hoy que ese segmento poblacional es el que acarrea el crecimiento económico y funge como aliado de los trabajadores en la lucha por el desarrollo social amplio y sostenible.
La burguesía cohabita en un piso social superior al grueso de los clase media, pero el «penthouse» es propiedad de la oligarquía, en tanto que en los estamentos inferiores malviven los trabajadores y los segmentos bajos de la pequeña burguesía.
En términos de consumo y de contribución a los agregados económicos, la clase media se erige como la locomotora de la economía, echada a correr con combustible de su crédito, uso y propagación de tecnología y su rol como ente de equilibrio y convivencia social. Engels y Marx, exclamarían hoy: ¡clase media, uníos!.
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(El autor es abogado y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).