A Pleno Sol
En el mundo, hay ejemplos de generaciones perdidas, de jóvenes que lucharon de frente ante las injusticias y las guerras sin sentido, pero que al correr los años, la mayoría tomó el conformismo, abandonó todo, y siguió su vida sin pasado y sin futuro.
En su corto momento, la juventud fue estandarte de cambios, abonó con su sangre muchas campañas con nombres sonoros, y que luego de la euforia rodaron en el conservadurismo. Hoy los jóvenes dominicanos no son contestatarios, sino, en su mayoría, descarriados o rebeldes sin causa.
La juventud es efímera, en ocasiones sus ideas perduran, y en otras son simples olas que se estrellan en las playas desiertas. Hoy queda atrás la juventud del puño levantado, la que quería cambiar el mundo, la que vio marchitar sus ideales, en medio de las guerras y el subsistir.
Desapareció del escenario, sin cambiar su mundo. Los estudiantes en las calles de París llevaron en el 1968 a un plebiscito que obligó a Charles de Gaulle a renunciar, y salir del poder para siempre. El político dando paso al héroe.
Un año después, en los Estados Unidos, la fiebre de amor y drogas de Woodstock se une al rechazo de la guerra de Vietnam, para ser uno de los agentes que impulsaron a que los norteamericanos abandonaran el sudeste de Asia, el 29 de marzo de 1975, sin gloria y sin heroísmo.
Década de los 60, época de inconformidades. La revolución dominicana recién finalizada. La juventud que enfrentó a las tropas norteamericanos y que luego vio firmar los acuerdos que pusieron fin al conflicto y dieron paso a los doce años del doctor Joaquín Balaguer, donde la violencia institucional se llevó a sus mejores representantes.
En medio de un mundo que comenzaba a cambiar y de adolescentes sin rumbo, rebeldes sin causa, ya se sentía la agonía de la lucha de la juventud norteamericana que rechazaba la guerra de Vietnam, se negaba a ir al frente, entre pelo largo, en los hombres y pantalones cortos sin sostenes, en las chicas, planteaban una nueva era para Norteamérica y el mundo.
Dejemos que la juventud dominicana de hoy viva su momento. Ella va a cambiar nuestro mundo. Unos se quedaran presos de las drogas y la desesperanza, pero la mayoría cargará el futuro y el desarrollo nacional sobre sus hombros.
No rechacemos las manifestaciones culturales de los jóvenes de barrio, tratemos de encausarlos por buenos senderos. Hay tiempo para la alegría y el desenfreno y habrá tiempo para reflexión y cambios. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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