Un estudio reciente realizado por el Ministerio de Economía revela que aquí la desigualdad es más dramática de lo que se decía. Buen aporte: El 10 % más pobre recibe el 1 % del ingreso nacional, el 10 % más rico recibe el 55 %, el 90 % controla el 45 %, las 100 mil personas más ricas reciben más ingresos que ocho millones de personas.
El crecimiento de la economía en dos décadas, a un promedio anual del 5 %, se ha concentrado arriba. Esto es consecuencia de la dinámica perversa de un capitalismo, que aquí y en el planeta, impone “progreso” a costa de la desgracia de gran parte de la humanidad y del deterioro su casa común: la Madre Tierra; realidad se sigue agravando a consecuencia del neoliberalismo, privatizaciones, parasitismo financiero, gansterización sistémica y dominio opresor de los mega-capitalistas.
El referido estudio, claro está, no llega a esas profundidades y en eso y en sus recomendaciones amarradas a esa formación económico-social y al poder constituido, consiste su gran debilidad. Porque esta desigualdad ni se reduce, ni se supera, sin enfrentar el capitalismo actual, sin desplazar del poder constituido a los mega-capitalistas y sin sustituir esta institucionalidad antidemocrática.
Los/as responsables de esa investigación y ese análisis de la pobreza, posiblemente con las mejores intenciones del mundo, han declarado que reducir la desigualdad es la principal prioridad del país. Pero la verdad es que podría serlo para el país, pero no para este capitalismo, ni para este gobierno. Eso no está en su agenda real.
El capitalismo, menos aun el capitalismo imperialista neoliberal, no es un sistema para satisfacer necesidades humanas, sino para expandir y concentrar el capital, a base de obtener el máximo de ganancia para sus elites. Es ambientalmente insustentable y hasta su fase keynesiana y liberal-democrática ha sido sepultada y reemplazada por un elitismo neo-conservador, recolonizador, con fuertes componentes neofascistas.
Tal dinámica se torna cada vez peor cuando no hay decisión de gobernar sin la tutela de EU y el gran capital local y transnacional, en tanto colonialidad, privatización de lo social, gobierno de multimillonarios, neoliberalismo duro, racismo, ecocidio y partidismo corrupto, siguen disparando las desigualdades.
Aquí, con Abinader gobiernan los Vicini, Bonetti, Rainieri, Risek… el CONEP, las Cámaras Minera y Americana y un Congreso corrupto y neofascista. Lo demás es adorno mercadológico junto a loables esfuerzos técnicos-intelectuales, que podría ser útiles para gobiernos alternativos, pero jamás propósito de quienes gobiernan para enriquecer minorías, empobreciendo territorio y seres humanos.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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