El gran orador, Marco Tulio Cicerón, aseguraba que todas las almas son inmortales, pero las de las personas justas, los héroes y las heroínas, son divinas. Esta es una deducción titánica, más cuando se rememora a inmensos hombres y mujeres que hicieron y hacen patria.
Es una premisa que además, nos convida celebrar con alegría, con fervor, el Mes de la Patria. Periodo que para mí inicia el 26 de enero, con el natalicio del padre fundador, Juan Pablo Duarte y Díez, haciendo hincapié el 25 de febrero, día del decidido militar: Matías Ramón Mella y de la Bandera Nacional; la efeméride del 27 de Febrero, con la Independencia Nacional, y que culmina el 9 de marzo, fecha en que aplaudimos la vida del gran líder y estratega independentista: Francisco del Rosario Sánchez.
Nos convoca a rendir reconocimiento a ellos y ellas; miles de hombres y mujeres que parieron la independencia de nuestra nación y sus símbolos patrios. Verdaderos héroes y heroínas, que podemos exaltar con acciones simples, pero importantes, como nombrar con sus nombres calles y avenidas, que hoy lucen rotulada con números o sin rótulo, inclusive en Santo Domingo y el Distrito Nacional, la cara del territorio nacional. Todavía hoy, muchos padres y madres fundadores-ras, no han sido reconocidos, siquiera con este gesto. !Hay que honrar a todos los líderes y lideresas, sus aportes hicieron la diferencia!
En cada barrio y comunidad del territorio nacional, en sus calles y avenidas se repiten los mismos nombres, pero, el país desde su génesis ha estado henchido de millares de hombre y mujeres que realizaron grandes y variadas proezas. Permitamos que la presente y futura generación les conozca!, Ellas y ellos, abonaron la tierra incluso con su sangre, por eso hoy disfrutamos de libertades públicas. Sus nombres están plasmados en cada gesta, desde la Independencia Efímera; el movimiento y las guerras de independentistas; Constanza, Maimón y Estero Hondo; el Movimiento Revolucionario 14 de Junio; el combate a las tiranías y sus remanentes…
También, en cada hombre y mujer que enfrentó al invasor extranjero y sus secuelas. El caudillismo…, por solo nombrar algunos episodios de nuestra historia. Sin embargo, algunas de estas personas, héroes y heroínas han sido ignorados, quizás, porque en nuestros planes educacionales no se les ha prestado la debida atención, y hoy su legado es desconocido por la juventud. Por eso, rotular en su honor nuestras calles, visibiliza su vida, sus aportes.
En pleno Distrito Nacional, puede encontrarse en este momento, con calles no señalizadas; solo quienes residen en el lugar podrían identificar su nombre. Otras están marcadas con letras del alfabeto. ¡Qué dejadez! Manteniendo con esta acción a nuestros héroes y heroínas en otros campos de batallas: el infortunio, el aislamiento y el abandono.
Vergüenza debemos sentir, al no ensalzar a nuestros grandes muertos, que también fueron gigantes en vida. Connotadas personas que hicieron aportes a la democracia plena, a la vida moderna en sociedad. Así como, a quienes conviven con nosotros-as; esos héroes y heroínas invisibilizados-as, así pagamos el sacrificio que muchos aún realizan cada día para el bienestar colectivo en sus comunidades, expresado en la garantía de derechos fundamentales.
El pensador Thomas Carlyle, argumentaba que un héroe lo es en todo sentido y maneras, pero ante todo, en el corazón y el alma. Lo pondero, ellas y ellos, son hijos e hijas de la patria, y ella es sentimiento de pertenencia; es seres queridos; es nuestra madre.
Hasta pronto.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo).
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