En mi anterior artículo decía que el 2021 es un año de muchas expectativas para el mundo debido a la pandemia Covid-19 y además enumeré las diez pestes que más personas han matado.
En esta ocasión, haré referencia a dos grandes oleadas de gripe que provocaron, cada una, hasta cuatro millones de muertes. Esta vez citaré parte de un trabajo publicado en la web Lavanguardia por la investigadora Claudia Contente de fecha 07/06/2020.
Sabemos que la Covid19 se originó en un poblado de China y se propagó por el mundo. Los resultados los estamos sufriendo, mientras el miedo se ha apoderado de la humanidad que deposita sus esperanzas de vida en las vacunas anti virales.
Veamos lo que dice Claudia Contente respecto a las dos pestes devastadoras y el papel desempeñado por los gobiernos universales para enfrentar la enfermedad. También cuestiona a los medios de comunicación por escasos despliegues que dedican al tema en esa época, cosas que no están ocurriendo con el Covid-19, un fenómeno que ha generado situaciones emocionales, estado de ansiedad y desesperación en las personas:
“En febrero de 1957 se detectó por primera vez en China la “gripe asiática” (H2N2), se desparramó luego por el mundo y mató entre uno y cuatro millones de personas en espacio de dos años. Diez años después, entre 1968 y principios de 1970 fue el turno de la “gripe de Hong Kong” (H3N2) que dejó un saldo de víctimas similar a la anterior. El detalle es que, a diferencia de lo que sucede en nuestro mundo globalizado, nadie pensó en cuarentenas ni restricciones de ningún tipo y, excepto para quien cayera enfermo, la vida continuó sin mayores alteraciones.
“Sin embargo, la actitud con que nuestra civilización ha enfrentado esta pandemia contrasta curiosamente con la indiferencia con la que fueron recibidas los dos casos comparables anteriores, el último de ellos hace apenas 50 años. Ambos hicieron estragos considerables y hoy ya nadie los recuerda. ¿Cómo puede ser que en espacio de tan pocos años el mismo evento desencadene reacciones tan diferentes?
“Estas dos epidemias, hoy en día olvidadas, también en su momento tuvieron repercusiones tangibles. En 1968, en Berlín, Alemania, hubo que almacenar cadáveres en los túneles del metro; a principios de 1970, en Inglaterra, se superaban los 2.800 muertos semanales, los hospitales estaban saturados al punto de no poder recibir más enfermos o, según testimonia el Times, alguno debió cerrar parte de sus pabellones por las bajas entre el personal sanitario, enfermo a su vez de gripe.
“Los periódicos de la época muestran que no hubo ministerios ni políticos que se abocaran a la gestión de la crisis o, al menos, a atenuar sus efectos. Fueron los médicos y hospitales quienes capearon el temporal según su buen entender y posibilidades.
“Si en los últimos meses la Covid19 y sus consecuencias han monopolizado los medios de comunicación, lo que llama poderosamente la atención para las dos pandemias anteriores es el poquísimo espacio que la prensa les dedicó. La información era poca, superficial y muy excepcionalmente ocupó la primera plana.
“En algunos países, los periódicos fueron más explícitos que en otros, por ejemplo, mientras en Francia en enero de 1958 apenas se dedicaban unas líneas para explicar que la llegada de la segunda ola de gripe asiática estaba prevista, era benigna y que no había de qué preocuparse, un par de años después atribuían a la gripe los algo más de 30.000 fallecidos suplementarios en 1957 con respecto al año anterior. O mientras el Times contaba esporádicamente lo que sucedía, la pandemia no parece haber pasado por la España de Franco.
“Es obvio que en algunos casos, para no alarmar a la población, se puede haber ocultado o minimizado deliberadamente lo que sucedía o que otros eventos como las misiones Apolo, las luchas por los derechos humanos en los Estados Unidos o el mayo del 68 francés, hayan acaparado la atención. También es obvio que los medios de información actuales y sobre todo las redes sociales no existían y que las noticias no tenían posibilidades de circular y encontrar un público como ahora.
“De cualquier modo, es flagrante el contraste entre la cobertura mediática que tuvieron las epidemias en aquel entonces y en la actualidad. Y si entendemos que los periódicos reflejan la sociedad y sus preocupaciones llegamos a la inevitable conclusión de que hace apenas unas décadas, estas epidemias estuvieron lejos de generar una ansiedad o preocupación comparables a las que ha producido la Covid-19.
“Esto es aún más notable si tenemos en cuenta que muchas de las personas que vivían en 1957, habrían conocido en primera persona los estragos producidos por la epidemia de gripe que entre 1918 y 1919, apenas terminada la Primera Guerra Mundial, se llevó unos 50 millones de vidas. ¿A esa gente no le preocupaba la posibilidad de una pandemia? Lo mínimo que se puede decir es que, sin duda, no tanto como ahora o, al menos, no de la misma manera.
“A mediados del siglo XX, tras los descalabros producidos por la Segunda Guerra Mundial, los estados aún intervenían poco en las cuestiones sanitarias, los problemas de salud se resolvían principalmente entre el paciente y el médico de familia. Es precisamente en ese momento que se fundó la Organización Mundial de la Salud (1948) y se crearon o se comenzó a potenciar las instituciones de salud pública en los países europeos.
“En las décadas siguientes, los cambios fueron múltiples y vertiginosos. Por un lado, los progresos en los campos científico y tecnológico fueron palpables: se descubrieron vacunas, se eliminó la viruela, o el cáncer pasó poco a poco de representar una sentencia de muerte certera a tener amplias posibilidades de cura o de remisión.
“En lo que respecta más concretamente al estado y la salud, esa nueva capacidad tecnológica para detectar y establecer tratamientos llevó a que fueran necesarias inversiones importantes en equipos, centralizar la información, coordinar protocolos, y de cierta manera burocratizar la medicina: en todo ese proceso el estado tomó un papel cada vez más activo.
“En la década de los 80 las investigaciones abrieron nuevos frentes para la salud pública: la actividad física, la alimentación equilibrada, el daño producido por el tabaco, la contaminación ambiental fueron preocupaciones que se instalaron en la sociedad y que se convirtieron en otros tantos combates que se enfrentó con campañas de difusión masiva para modificar los comportamientos. Como resultado esa toma de consciencia la actividad física, por ejemplo, se ha convertido en un fenómeno social.
“De esa manera, somos muchos los que nos dedicamos a mejorar nuestro estilo de vida y cuestiones como la hipertensión arterial o el colesterol alto, que no hubieran contado entre las prioridades de nuestros antepasados, representan en nuestros días legítimas causas de preocupación cotidiana”. (Termina la cita).
La esperanza es que las vacunas eliminen por siempre esta pandemia porque de seguir avanzando, veremos nuestros túneles, clubes y estadios repletos de cadáveres. La mejor vacuna eres tú, si no te arriesgas.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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