Tengo dolor de cabeza, siento una molestia en el estómago, me fracturé un tobillo, me siento agotado, los ojos ya no definen bien…
Llegar a un estado de perfección física es algo que solemos disfrutar en algún momento de nuestra vida, sin embargo, todo tiende a ir en picada y, aunque a veces tenemos accidentes en ese trayecto, el tiempo del bienestar suele ser amplio…
Nacer con algún «desperfecto» o adquirirlo, eventualmente en el camino, son cosas que sin la menor duda nos sucederán a todos. ¡Bienvenidos a la vida! Nadie podrá librarse de desandar, de principio a fin, sin un rasguño…
Quejarse, es también parte de la «particularidad» con las que venimos provistos a esta dimensión terrena. Uno a veces se mira al espejo y se dice ¡coño! Pero ¿por qué vine tan feo y no me toco ser bonito?.
Bueno, eso de la belleza es relativo… Uno puede ser bello a pesar de no gozar de «esos» atributos a los que, no sé quién ha clasificado y solemos llamar «belleza»…
Aceptarse tal y como lo que uno «es», sin lugar a dudas, es irradiar belleza. Andar por la vida sin molestar o fastidiar a nadie, creo, que es la más hermosa de todas las bellezas.
Una persona que ande proyectando, promocionando, motivando amor, suele ser querida y amada y anhelada por todos. En cambio, si usted es de esos que se las pasa, como yo, buscando la quinta pata al gato, de seguro no será tan codiciado por todos.
La vida es maravillosa, así pasemos constantemente por malos ratos. Así no tengamos todos los atributos o partes de nuestra composición humana completos o en buen estado. Usted no vino para joder, aunque si se joderá…
Bueno, aquí nos joderemos todos en algún momento, ¿entonces? Si ya sabe que la fanfarria y la fiesta con la que nos dan la bienvenida al nacer terminará en un luto y llanto cuando nos despidan, revísese y sacúdase y deje de quejarse, ya que esto es así…
Si usted conoce otra forma de vida, aparte de la que nos ofrecen los «letrados religiosos» en su trillada «vida eterna» tenga la certeza que solo la conocerá en «el más allá». Mientras tanto, usted está en «él más aquí» y este «másaquí» tiene sus gustosas y dolorosas normas de ser.
Desde niño, aprendí aquella frasecita corta que dice «un gustazo, un trancazo» ¡aprenda a vivir, pero también a morir! No tiene remedio, la vida es así, no hay otra.
En México me enseñaron, ya de grandecito, otra frasecita corta, pero contundente; «si ya hicimos lo malo… Hagamos lo fatal» es decir, si ya estamos en el medio, terminemos este cuento con el mismo entusiasmo, ya que la consecuencia final es exactamente la misma, como quiera que intentes terminar esta historia llamada vida.
Muchos tendremos dolencias, escaseces, necesidades, abstinencias, carencias. Y otros, abundancias y demás atributos que les permitirán pasarla con menos tropiezos, pero todos se resumen con la «aptitud» que decidamos tomarnos las cosas.
Si me tocó, me tocó y si no… !No! No se trata de mofarse de la mala suerte del otro o de «anhelar» la buena de aquel, se trata de vivir tu vida con lo que te ha tocado y encima, disfrutar de ella, así seas el pobre número uno o el rico número 2.
Este momento maravilloso, este regalo efímero, este de estar aquí y no en otro lado, ¡es único! Como quiera que estés, ciego, tuerto, invalido, cojo, tullío, abollao, pelao o robusto. Gordo, flaco, enfermo, sano, canceroso, esquizofrénico, ¡vive! Porque esto se acabara para todos.
Los muchos o pocos minutos que te queden antes de «transferirte» a la siguiente dimensión, que permíteme decirte… No se sabe si estará mejor, no los desperdicies con la queja.
Mira o siente, si estás ciego, y deja que penetre en ti todo lo que emana de esta experiencia.
Si ya estás echado en la cama tirando tus últimos alientos de vida, siente esos dedos que te tocan, esas voces que te consuelan, esos llantos que te despiden y sonríeles agradeciéndoles el haber sido compañeros de esta aventura llamada vida.
Sabías que esto terminaría algún día y si no te fuiste de repente por algún accidente, agradece que tuviste la oportunidad de despedirte y hazlo con una sonrisa, ya que, esto, es un hola y adiós ¡bienvenidos a la vida! ¡Salud! Mínimo parrandero
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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