Por Alejandro Asmar
Luis Abinader cumple su primer año como presidente de la República, y el balance de su corta gestión arroja aún más luces que sombras.
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Luces
- -Mejoramiento de la transparencia y el fortalecimiento institucional del país.
- -Manejo exitoso de la pandemia, que ha permitido el control de la seguridad sanitaria y la vuelta paulatina a la normalidad, con la consiguiente reactivación de la economía.
- -La restauración de la confianza pública en la justicia dominicana, con la designación de una procuradora general de la república independiente.
- -La decencia y la humildad presidencial
- -La lucha anticorrupción y contra la impunidad.
- -Administración más diáfana de los fondos públicos
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Sombras
- -La carestía de los productos de consumo básico, materiales ferreteros y de construcción a causa de la incidencia de factores externos incontrolables.
- -La inexperiencia de algunos funcionarios expresada en los sucesivos errores y reculamientos frente a iniciativas no bien pensadas o planificadas.
- -Espiral de préstamos cuyos efectos han sido poco perceptibles hasta ahora en términos de beneficios de las grandes mayorías.
- -El descuido de la política exterior con relación al problema haitiano cuyo agravamiento no para de crecer, en perjuicio del país.
Conclusión
Sería injusto exigir a un gobierno más de lo que se puede dar en tan corto periodo, pues es materialmente imposible que pueda exhibir un catálogo de realizaciones.
Pero se puede concluir que los primeros 365 días de Luis Abinader han sido de manejo y control de daños, producido por una herencia desastrosa, legada por la pasada administración estatal. No obstante, las luces presentadas abren esperanzas y expectativas promisorias.
En cuanto a la proyección de las sombras y las deficiencias que las acompañan, creemos que las mismas no justifican que miremos hacia atrás, porque atrás queda el abismo del que nos hemos salvado.
Si de algo pueden servirnos los aspectos negativos que no han podido ser conjurados hasta ahora, es para mirar hacia adelante en la búsqueda de otras soluciones y nuevas opciones no comprometidas con el pasado,
Nunca el descontento con lo que hay será una excusa para retomar lo que se desechó. En vez de esto, es mejor canalizar la disconformidad a través de representantes sociales, forjados en la solidaridad comunitaria.
El cambio lo haces tú, cuando superas lo desgastado y agotado, por una opción más fresca, y políticamente más pura y potable, que piense y trabaje por un país mejor.
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