Por Brian McTaggart / @brianmctaggart
HOUSTON – La madre de Dusty Baker quería que su hijo fuera a la universidad, pero el joven Johnnie B. Baker Jr. tenía otro sueño. Así que cuando firmó para jugar béisbol con los Bravos de Atlanta con 18 años, el legendario cañonero Hank Aaron le prometió a la madre de Baker que cuidaría de su hijo.
Aaron se aseguró de que Baker se acostara a tiempo, insistió a que asistiera a la iglesia todos los domingos y hacía que se levantara temprano y tuviera un buen desayuno. Son cosas que Baker no necesariamente quería de joven, pero así se mantuvo alejado de los problemas. Baker aprendió a apreciar el liderazgo y amistad de Aaron con el pasar de los años. Incluso ahora, pocos son los días que pasan en los que Baker no aplica las lecciones que aprendió de Aaron.
“Era segundo después de mi papá y mi padre significó el mundo para mí”, dijo el viernes un conmovido Baker a MLB.com, desde su hogar en California, apenas minutos después de que su esposa le informara del fallecimiento de Aaron a los 86 años.
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Aaron, leyenda e ícono del béisbol, ingresó al Salón de la Fama en 1982, luego de una carrera de 23 años en la que fue convocado en 25 ocasiones al juego de Estrellas, fue el Jugador Más Valioso de 1957 y ganó dos coronas de bateo. Promedió .393 cuando los Bravos le ganaron la Serie Mundial en siete juegos a los Yankees en 1957. Fue el rey de jonrones durante 33 años.
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Y fue una figura importante en la vida de Baker, quien comenzó una carrera de 19 temporadas en Grandes Ligas siendo compañero de Aaron con los Bravos en 1968 y ha llevado a cinco diferentes equipos, incluyendo a los Astros del 2020, a la postemporada en 23 años como manager las Mayores. Aaron fue uno de los que llamó a Baker en el verano pasado cuando éste ganó su primer juego como timonel de Houston.
“Me ayudó de muchas maneras. Más fuera que dentro del terreno”, dijo Baker, de 71 años. “Crecí con sus hijos. Realmente estaba más cerca en edad de sus niños que de él. Crecimos juntos. Tenía 18, 19 años y ellos 10, 12. Es familia”.
Saliendo desde la secundaria, Baker esperaba ser seleccionado en el Draft amateur por cualquier equipo que no fueran los Bravos. No tenía interés en jugar en el sur del país, en donde la tensión racial estaba latente. Baker dijo después que fue una de las mejores cosas que le pudieron haber pasado gracias a Aaron, quien lo ayudó a lidiar con las injusticias raciales de la misma manera que lo hizo Aaron mientras buscaba romper el récord de jonrones de Ruth.
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“No iba a firmar”, dijo Baker. “Iba a jugar baloncesto. Mis padres se divorciaron y él le dijo a mi madre que si yo tenía la confianza de llegar a Grandes Ligas al tiempo de que mi clase se graduara de la universidad, que firmará, si no, que fuera a la universidad. Me decidí, ¿sabes? Quería firmar y ayudar a mi familia, así que le dijo a mi mamá que se encargaría de mí como si fuera su hijo, dentro y fuera del terreno. Eso hizo. Siempre estábamos juntos”.
Baker y Aaron fueron compañeros en Atlanta entre 1968 y 1974, antes de que Aaron regresara a Milwaukee para terminar su carrera con los Cerveceros. La carrera de Baker despegó un año más tarde, luego de ser canjeado a los Dodgers antes de la temporada de 1976, en donde jugó para el manager Tommy Lasorda, quien falleció a comienzos de mes. Baker fue compañero de cuarto del jardinero de los Bravos Ralph Garr y se mantuvieron cerca de Aaron.
“Firmamos el mismo día y a la misa hora”, dijo Baker. “Siempre estábamos con Hank. Siempre”.
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Hace unos años, Baker recuerda haber estado escarbando la basura de la habitación en el hotel de Aaron para leer las cartas de amenazas que había recibido por acercarse al récord de Ruth. Aaron no quería que Baker leyera las cartas, pero Baker se dio cuenta que si Aaron era lo suficientemente fuerte como para lidiar con el racismo, entonces él también.
“Él era un hombre, ¿sabes?”, dijo Baker. “Era un hombre, un padre, un líder social – hace mucho tiempo. Era muy generoso. Ayudó a todos, realmente lo hizo. Ayudó a todos, especialmente a los jóvenes afroamericanos”.
Baker creció idolatrando a Jackie Robinson y a los Dodgers porque su padre era seguidor del equipo. Cada vez que Baker tenía problemas en la escuela, recordaba las palabras de su padre: “Piensa en lo que haría Jackie”. Cuando Baker llegó a los Bravos, Aaron le contó las historias de primera mano de la vida y el legado de Robinson, quien rompió la barrera del color en 1947. No puede imaginar dónde estaría de no ser por Aaron en su vida.
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“Era un poco salvaje y me gustaba pasarla bien”, dijo Baker. “Nunca fui un chico malo, nunca me metí en problemas, pero estaba cerca de los problemas. Era divertido, ¿sabes lo que digo? Esos problemas no son buenos para ti”.
Este último año pasado le ha traído dolor a Baker. El fallecimiento de Lasorda el 7 de enero lo golpeó especialmente fuerte. Luego fue su compañero en los Dodgers y miembro del Salón de la Fama, Don Sutton, quien falleció 12 días después. Antes de eso, Baker lamentó las pérdidas de los inmortales Lou Brock, Tom Seaver, Bob Gibson, Al Kaline, Whitey Ford, Joe Morgan y Phil Niekro.
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Baker también era amigo de las leyendas de los Astros Jimmy Wynn y Bob Watson, quienes fallecieron a comienzos del 2020. También se despidió de Jay Johnstone y Claudell Washington.
“Van a ser más”, dijo Baker. “Hay muchos con esa edad”.
Brian McTaggart has covered the Astros since 2004, and for MLB.com since 2009. Follow @brianmctaggart on Twitter.
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