«Porque todo lo que hoy eres es razón de un ayer que está generando, ahora mismo, lo que serás mañana».
Se habla de que, siempre es todavía, una línea recta imaginaria y constante. La vida, además del tiempo material que la compone, también goza de «otro tiempo» que no «razona» igual al que estamos habituados.
Es el tiempo transparente, afónico e inmutable.
Un tiempo, que, por llamarlo de alguna manera, no existe, ya que carece de «medida». Una energía que mantiene inquebrantable su intensidad y constancia en desplazamiento. Todo el espacio que lo sostiene es a lo que llamamos «física cuántica»…
Carece, este tiempo, de lugar, porque está en todas partes, todos los espacios llenos y todos los vacíos. Tiene la particularidad de ser individual y ser todo. Está en ti y tú en él y él en él también. Se reconoce y se reniega y se regenera. Se transforma en todo lo conocido por ti y lo desconocido también.
Este latido promete mucha especulación y confusión, así que, ya están advertidos… un poco tarde…
Ayer es más importante que hoy porque «eso» fue lo que construiste para tu presente. Las cosas no son espontáneas, por lo menos en esta dimensión, requieren de «un ritual», «un baile» o como quieras llamarle que te han conducido al lugar en el que estas ¡Ahora!
Todo lo que estás haciendo constantemente produce las vibraciones que alcanzan más allá de tu mañana. Muchas continuarán hacia el universo tocando otras sensaciones. Nada se desperdicia, ni se desprende al azar, pero, a través de la consciencia, ¿podemos «intuitiva o racionalmente utilizar estas a nuestro favor?
Dentro de todo este entramado humano limitado, estamos dotados de «poderes» alcanzables e inalcanzables o, estos últimos, no «disponibles»… Tenemos un límite a pesar de que muchos pregonan que somos «inlimitables». Lo que sucede es que «esos» poderes humanos son ya de por sí muy difícil de alcanzar y solo, algunos, han trascendido al 1% de estos.
Aun así, con ese, menos uno, que solemos conducirnos dentro de nuestra «normalidad» hemos organizado una sociedad que no ha trascendido la mentalidad de las cavernas, pero que, lo intenta, el saco y la corbata ocultan mejor el cuchillo del asesino…
Las cárceles están llenas de ejemplos del título que da pie a este latido. ¿Cuantos no están hoy trancados por lo que hicieron ayer? De la misma manera usted está hoy jodido por lo poco que hizo ayer o bien favorecido por lo que ayer también hizo.
Nosotros, o sea, usted y yo, todavía navegamos en el primero de esos dos tiempos ya mencionados arriba. El bulloso, visible, palpable, pesado. El tiempo del sexo, de los viajes y estadías en camas «nubisticas». Este es el tiempo de los pesares y manjares. De la carne y sus virtudes de espanto y agradables sorpresas.
Una dimensión que emigrara a «ese otro tiempo» mudo y ausente de estas características que conocemos. Donde no podremos dividirnos para entretenernos en los juegos de la diversidad, la guerra, los egos y demás artimañas que nos entretienen. Pobre o rico, culto o lego, sufrido o gozado.
Un sí o un no que se intercalan para mantenernos cojeando y con una esperanza a medias para evitar el suicidio… en fin, que usted «podría» aprender a jugar mejor si se fija en lo que hizo ayer que podría beneficiarlo hoy.
Cuando pasemos al segundo tiempo, volveremos a la soledad del todo. La unidad dividiéndose en infinitos escenarios buscando «distraerse» de sí mismo, ya que cuando uno lo sabe todo y está en todo ya no hay nada que buscar porque todo está «encontrado» ¡Una monotonía que asusta!
El día que nos toque «guindar los tenis» y estemos en el umbral o la puerta del infinito, si alcanzamos a mirar atrás nos daremos cuenta de que, «el ayer era más importante que el mañana» ¿O no? ¡Bueno! Otro latido que se pierde en especulaciones… «Porque todo lo que hoy eres es razón de un ayer que está generando, ahora mismo, lo que quizás nunca quieras ser mañana». ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).
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