A Pleno Sol
La utilización irresponsable de los medios de comunicación masivos y de las redes sociales es peligroso. El aullido de la multitud puede llevar a acciones impensadas. No es nuevo la utilización irresponsable del teteo y el chateo para mover a colectividades de jóvenes.
El grupo amorfo que compone la manada es manejado por efectos comerciales, de lograr nombradía o sencillamente por travesuras. Hechos como el ocurrido en la Zona Colonial recientemente no son espectáculos aislados. Se dan periódicamente en los barrios marginados y populares.
Es peligroso jugar con las redes masivas y los medios de comunicación. Todos debemos reflexionar sobre un acontecimiento vacuo sucedido en el corazón de la ciudad. Podría ser el principio de diabluras de mayor rango.
La multitud no piensa, se deja llevar por el que le dice lo que quiere oir; por el que le promete ilusiones; por el que dice le quiere conducir hacia el éxito, la fama, o sencillamente satisfacer sus vicios.
Esta manifestación de extravagancia juvenil tiene que llevar a la reflexión porque indica lo banal de la vida de las nuevas generaciones. Sin rebeldía, sin causas, esperando de brazos cruzados lo que nunca ha de llegar. Fácilmente pueden ser soldados del crimen en todas sus manifestaciones.
Esto se puede contrarrestar con el estudio y la disciplina. La escuela dominicana tiene que dar un paso adelante en la preparación de las nuevas generaciones. Muchos de los participantes en estos teteos no saben ni escribir correctamente sus nombres. Da pena las faltas ortográficas que se notan en las redes sociales.
Pero la escuela dominicana también está carcomida, con profesores que no saben manejar una computadora, y ni siquiera tienen la vocación de la enseñanza. Muchos de estos males sociales parten desde la ineficiencia en las aulas.
Lo peligroso de la utilización irresponsable de redes sociales y medios de comunicación es que pueden caer en manos de vocingleros, de irresponsables, no solo en el plano de la cháchara sin importancia, sino en los vendedores de ilusiones políticas y sociales.
Los dictadores se nutren del fanatismo ciego. Llegan momentos en que venden una paz y una tranquilidad ficticia, a cambio de las libertades colectivas e individuales. Al final ni se da la paz ni la tranquilidad, sino el crimen, la muerte y la prisión.
Cuando la libertad cae en los excesos, se desborda violando los derechos de los otros, surge el libertinaje. Las muestras de anarquía solo pueden ser aplacadas por la fuerza y la corrección de acuerdo con las circunstancias. Es momento de ir tomando medidas para mejorar la percepción de una parte de la juventud que está descarriada. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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