Una de las cosas más graves que pueda sucederle a un pueblo es cuando las oligarquías capitalistas -viejas y nuevas, perfumadas y maloliente, transnacionales y locales- ocupan directamente Gobierno y Estado; y desgraciadamente resulta, que el llamado “cambio”, ha auspiciado ese asalto en gran escala.
El gran capital privado, fusionado con la dirección política partidista y estatal, ha entrado en una nueva fase que, desde sus ejecutorias directas de gobierno, procura privatizar y desnacionalizar completamente el patrimonio público y natural del país. Las modalidades de ese asalto, comandadas por el Dios Dinero, son variadas, pero con el mismo fin.
Ciertos «turpenes» capitalistas se meten en los partidos para apropiarse de su conducción y de las funciones públicas, desde su condición de herederos de fortunas privadas o representantes de nuevos capitales. Otros/as van al gobierno, sin pasar por partidos, a base de su inversión en el negocio de la política, de sus liderazgos empresariales o de la amistad con los presidentes de turno.
Los hay que ejercen la política y se convierten, vía corrupción, en nuevos ricos; con fortunas conocidas o encubiertas, en manos propias o de testaferros y alcancías humanas. En fin, disponen de grandes sumas de dinero obtenido en corruptelas gubernamentales y se las ingenian para lavarlas.
Los hay también propietarios de enormes fortunas al vapor, procedentes del narcotráfico (lavadas o no); que invierten porciones de ellas en sus candidaturas, financian otras y aportan a la campaña presidencial. Y mientras la narco-economía crece, el Estado delincuente deviene en Narco-Estado; fenómeno que acompaña el referido proceso de amalgama del Estado con el capital privado.
Todos/as, al transformar su ser social, colocan en el centro de su vida y funciones el propósito de ampliar sus negocios y multiplicar sus ganancias. Su mente se torna cada vez más egoísta, y más vorazmente capitalista y más conservadora. En las votaciones del 2020, su viciado producto gubernamental y congresual alcanzó niveles perniciosos.
Así hemos entrado de lleno a esta fase de endurecimiento de la recolonización neoliberal, de APPS, fideicomisos, mayor endeudamiento atado a ese derrotero, gobierno privatizado y dedicado a privatizar más aun el patrimonio público y natural, y a completar la desnacionalización institucional tutelada por USAID, Comando Sur, MAAG, MOSSAD, CIA, FBI….
Una fase devastadora del ambiente y la vida, dado que el imperialismo occidental (encabezado por EEUU) sufre una crisis de decadencia y hegemonía, que tiende a elevar su voracidad y ferocidad y nos obliga a rebelamos para acabar con esto, crear lo nuevo y evitar que nos trituren como isla y sociedad.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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