La arrogancia frente a Haití, el desconocimiento de la psicología haitiana y la politiquería electoralista… llevaron a Abinader, a su Canciller y sus mercadólogos, a convertir el diferendo del Canal haitiano en una aparente confrontación político-militar.
A esa militarización «allantes» de la frontera, el pueblo haitiano, que no tiene ni cadenas que perder, le sacó la lengua. Igual a la teatral amenaza de guerra. Por efecto boomerang se unificó y movilizó Haití contra él y su gobierno.
Al ultimátum -poniendo como condición detener la construcción del canal para dialogar- le hicieron el caso del perro. Las amenazas del cierre de fronteras, y el cierre absurdo de la misma, le echaron más leña.
Es que Abinader y sus consejeros no entienden que los haitianos y las haitianas no se sienten a menos, por más humildes que sean, frente a quien se considere superior por razones de clase o poder. Son insumisos/as, y aún esclavizados/as se sentían libres.
Eso es parte de su cultura africana- comunitaria. Para ellos las razas es un invento cultural occidental. ¡Somos seres humanos!
Abinader tampoco asume que la cuestión migratoria no es un tema militar Y todavía peor: pretende ignorar que a esa frontera no hay manera de cerrarla, ni siquiera por poco tiempo.
La cerró y ella se fue conflictuando y abriendo tortuosamente, por necesidades imperiosas, por el negocio militar, por intereses del gran capital y por la presión del mercado; y la parte haitiana lo sabe.
Ante esa realidad, improvisaron la reparación del Canal de La Vigía como chantaje y “bajadero”, prometiendo flexibilizar el cierre fronterizo cuando concluye la obra; lo que mostró debilidad y pobre autoridad, no importa cuántos generales colocara a su lado y detrás, tutelados por el Comando Sur y el Sionismo.
Tampoco Abinader se dio cuenta que estaba derrotado, obligado a echar atrás el complejo de superioridad, si opta por bajar esas peligrosas tensiones para salir de la trampa y superar los conflictos; que es lo aconsejable y parece no aceptar.
La arrogancia, imposiciones e improvisaciones entrampan. Pasó con la escogencia de Kenia para invadir Haití y está pasando en la frontera con figuras relevantes de esta Gobernación de está neo colonia.
El pueblo haitiano de a pie se siente libre; mientras Abinader se ha dejado entrampar por el chantaje electoral de un racismo antihaitiano desbocado y por una definición fantasiosa de soberanía que apunta contra un pueblo humilde, contra un “invasor” inexistente; y no contra el imperialismo real que destroza Haití y clava sus garras en las entrañas de nuestra patria.
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post