Este popular y pegajoso merengue, compuesto por el dominicano Bienvenido Brens en los años 50, fue interpretado por cantantes de toda la geografía latinoamericana. Sus letras son escasas, apenas dos estrofas y el resto es un estribillo que se repite constantemente.
De esto podemos decir, que no es necesario, en muchas ocasiones, que las letras sean profundas o rebuscadas, para lograr el éxito, sino que basta «encontrar» ese estribillo pegajoso, que se hace un mantra rítmico y que, en estos casos populares, solo se trata de bailar.
Así vemos como otra canción popular escrita a finales de los 20, esta vez cubana, El Manicero, atribuida entre Moisés Simons y Antonio Machín, es también escasa de letras rebuscadas y contenedora de otro contagioso estribillo.
Ambas composiciones, podría afirmar, fueron exitosas no solo por su valor rítmico, sino que además, llevan escondidas «las pasiones» por las que los seres humanos nos hemos aferrado desde el mismo día en que Adán vio a Eva desnuda.
La canción de Brens, dice, «apágame la vela María, pero que apagarme la vela».
Mientras, el manicero suena; «Caserita no te acuestes a dormir, sin comerte un cucurucho de maní… Porque después te vas a arrepentir y va a ser muy tarde ya»…
Contrario al presente, las canciones del pasado guardaban «las apariencias», y hasta de cierta forma, conservaban «la clase»… no es que uno sea un santo en la cama, o sea, el animal debe salir en alguna parte, pero, soltar al tigre «antes de tiempo» como que «desvela», la magia del momento, y ya no hay misterio ni sorpresa.
Las nuevas canciones, de esta juventud rebelada, desnudan los cuerpos antes de conocer los nombres de los implicados. Imagínense ustedes, que haciendo el amor uno no sepa cómo llamar a la susodicha… María? ¡Esos juegos eróticos, se usan más adelante, cuando ya uno tiene 700 s años con el mismo «partner» y es válido cambiarle el nombre y hasta ponerle una peluca… digo yo! No me hagan caso…
Decir; «quítate el pantalón, que te espero sin pantis» es «lo mejorcito» que pude sacar de las letras de la canción «delincuente» de Tokischa. Usted haga su búsqueda y escúchela, tiene más de 90 millones de vistas. Comparados con 3 millones del manicero y apenas unos 150 mil de «la tal» María.
Para el año de 1850, la población total de América Latina y el Caribe, era apenas de 34 millones de habitantes duplicándose a 75 millones para el 1900, es decir, que la gente se empezó a bajar los pantalones y quitarse los pantis a una velocidad más rápida.
Ya para mediados de los 30 y 50, la población aumentó a 165 millones, apoyados con canciones como la del manicero y apágame la vela, en donde el boom se disparó en la fábrica de ropa interior para poder cubrir la demanda que ya para el año 2000, habíamos ¡Triplicado! La población a más de 510 «delincuentes»…
Si continuamos con este ritmo de canciones, donde ya todo está dicho y no hay más nada que decir, es muy probable que las poblaciones «candorosas» del Caribe y América Latina, para el año 2050, superemos a los chinos e indios que juntos hoy superan los 5 mil millones de habitantes. ¿Qué están escuchando ellos? Eso no lo sé y me será muy difícil de entender debido a lo complicado de ambos idiomas…
Volviendo a María, yo no sé si el doble sentido de esa canción se refería a «brujería» o a mi sucia cabeza, pero eso de: «A mí una vieja me dijo, te tienen velas, prendía, unas las prenden de noche y otras la prenden de día»… da mucho para sudar.
Por el otro lado, el manicero; «Que calentito y rico está, ya no se puede pedir más» Otro asunto para seguir sudando. ¡Claro, que lo de Tokischa y su «popola band», que por cierto, ¡tocan buenísimo! No solo nos pone a sudar, sino que es capaz de matarnos de un infarto.
Para concluir, si antes usábamos «servilletas» para cubrir «las apariencias», hoy en día la juventud come a manos pela’. Nada que no se haya hecho antes desde que a Eva, se le hizo la boca agua al ver como se le caía la hoja a Adán. Lo que sí, es que la demografía se ha disparado, gracias a las nuevas canciones a calzón quitao’ y ya, a nadie le interesa… apagar la vela… ¡Maní, dame de tu maní!. ¡Salud!, y que se siga jodiendo to! Mínimo Apagafuego.
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(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).