Cuando la noche del 31 de diciembre marcó las 12, las copas se levantaron impulsivas y alegres. Chocaron en sonidos reconocidos ya y se dejaron vaciar sobre labios risueños.
Corría el 2019, ya habíamos escuchado de «un virus» desatado en la china. ¿quién sabe de eso? ¿a quién se le ocurriría pensar en ser «contaminado» …solo con la estela que nos persigue?.
Mi niña menor de 5 años, Luna, hoy, se le «ocurrió» preguntarme; ¡papi! ¿por qué estamos vivos? Atine solo a decirle que la culpa era mía y de su mama, pero, ella fue más allá, ¿y a ustedes? ¿quién los hizo? Nuestros padres, le respondí, ¡sí!, insistió, pero ¿más allá? ¿quién los hizo a todos y para qué?…
Anteriormente, mi hija Emiliana, cuando cumplió los 7 años, formulo una pregunta parecida; ¿cuál es el sentido de la vida?.
Podríamos parlotear, filosofar, divagar, crear e inventarnos cualquier respuesta, como ya se ha hecho desde antaño, y terminaremos aferrándonos a cualquiera de los cientos de religiones y creencias místicas que existen sin dar con el meollo del asunto.
Creer es fe, pero la fe termina en una abstracción que no dice nada…solo se siente o se percibe «algo».
El virus llego a este lado del planeta a principios del 2020. Se propagó como una onda por todo el hemisferio y todavía anda dando tumbos mentales y físicos.
Muchos creen, que, con la llegada del nuevo año, en pocos días, este se ira también con el que termina. La fe, como ya dijimos, «es una abstracción que solo percibe algo»…
Seguiremos percibiendo el virus por un tiempo más allá del viejo año. Llegaremos a persistir e insistir en nuestra existencia y nos seguiremos preguntando ¿cuál es el sentido de todo esto?.
Los niños, casi recién nacidos, aquellos que vienen del más allá y quienes «podrían» aun tener fresca en su memoria ¿de dónde venimos y para qué? Son los primeros en preguntarnos ¿! qué carajo es esto!?.
Esa es una pregunta que se han hecho todos los seres humanos que han habitado el planeta y terminamos filosofando que no es más que hablar mucha mierda.
Mi queridísima amiga Gina Rodríguez y yo, acertamos el otro día al concluir que este misterio de la vida es algo tan grande que, aquel que logre descifrarlo terminara irremediablemente loco ante la inmensidad de los dilemas.
Los niños, al parecer, son «inmunes» o menos tentados por el virus azaroso del año 2020. Quizás, tengan también la capacidad de resistir la respuesta a sus preguntas. El problema es que, lo que les decimos, terminamos perdiéndonos todos en el asunto por los siglos de los siglos.
Antes que finalice este escrito, debo concluirlo dándole las gracias al desgraciado año porque ya se va.
Las gracias, no por los muertos que nos ha dejado, ni por las angustias y dolores producidos, sino porque de cierta manera nos ha abierto un poquito la conciencia de lo que es realmente importante en la vida.
Y precisamente no es la vida, sino que hacemos con ella. ¿A quiénes les dejamos saber que son importantes para nosotros? ¿a quiénes agradecimos por su tiempo? a esos que se nos fueron sin que le diéramos un abrazo.
El año se acaba como la vida. Los momentos buenos y malos también se esfumarán en el tiempo, como la abstracción de nuestras preguntas y misterios.
Si de algo nos ha servido este año es para correr a vivir y olvidarnos de intentar encontrarle sentido a todo esto. Un virus o un asteroide alcanzan la misma velocidad de desplazamiento y ambos son ajenos a nuestros ojos.
Aferrarnos a la vida no nos evitara dejarla en algún instante. Este año nos hizo más fuertes, más conscientes, más bondadosos.
Por eso, antes que finalice, quería decirte, si es que aun estas por aquí, que estoy muy agradecido el que hayas estado un instante o mucho tiempo en mi vida.
Tu sonrisa, tus palabras, tus consejos incluyendo las controversias y desánimos que me hayas causado.
No sabemos porque estamos aquí ni a quien se le ocurrió traernos, pero sin dudas que todos formamos parte del entramado ¿para qué? Si te lo digo sin dudas que te volverías loco, así que celebra el 2021 que llega y brinda por todos los que se fueron, por todos los que aún estamos y por todos los que seguro nos iremos. ¡Salud!. Mínimo Caminero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach).
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