¿Realmente es un nuevo año? Sí lo juzgamos por el número, seguro que sí, pero no por la extensión «distinta» de la continuidad de la vida. Podremos engañarnos al pensar que ¡ahora sí! «Las haremos», o que «este año nos irá mejor», pero las cosas no están determinadas por un cambio de fechas…
Bueno, aquí llega «el amargado» boicoteando «la felicidad» del último día… Sí, este último día que al parecer «nos obliga» a pensar en el pasado, cosa que rara vez hacemos durante todo el año.
¿Qué hice mal este año para corregirlo ahora? ¿O qué me hace pensar que será diferente cuando llevo 50 años esperando y nada?
El impulso que uno recibe cada fin de año, parece disminuirse en los primeros meses. Uno lo celebra y no sé si será porque al fin se larga «ese azaroso año» o porque abriga «cierta esperanza» de que el que viene será definitivamente mejor…
A muchos les va bien y en verdad celebran lo bien que les fue, pero la mayoría entiende esto como un «aspecto económico». Nadie agradece que «salió ileso» y logró sobrepasarlo, o que simplemente «aún esté vivo»…
Pocos estiman lo aprendido en el año anterior, sus devaneos y dramas, sus infinitas causas y situaciones que lo mueven a uno a vivir, a pesar de ser marionetas de uno o dos o infinitos destinos.
El año nuevo es el portal «que imaginamos» nos resolverá la vida a partir de las doce de la noche. Es la necesidad de «algo nuevo», a los cambios que no hemos emprendido por miedos o dudas. Es «el motivador» de cierta luz al final del túnel…
La mayoría de nosotros, en muchos momentos de nuestra existencia, anhelamos «variar el asunto» y trasladarnos a «otras dimensiones», ya que en la que estamos metidos… ¡No funciona! Y así esperamos «confiados» que a partir del día primero, «la magia» se haga presente.
Le recuerdo que cada día es nuevo para cada uno de nosotros, no tan solo nuevo, sino que distinto. Podremos compartir con muchos, pero la individualidad se va reforzando y el cuerpo gastando en un juego que va perdiendo el sentido al ver que, a pesar de nuestras luchas y empeños, todo se acabará en «algún año nuevo»…
Cada día es un motivo de regocijo, de celebración y fiesta, como si fuera el último día del año. Un 31 de diciembre carente de lucecitas de Navidad, pero vivido con intensidad y consciencia.
De todas maneras, la llegada de un nuevo año es un recordatorio a todo el tiempo perdido en «aquel otro principio» entusiasta en donde terminamos sin hacer nada de lo que habíamos proyectado.
Que este principio de «este nuevo año» sea el «acertado», el que sí cumpla y suceda lo que nunca ha sucedido, sea lo que usted quiera. ¡Que por fin! Se despierta a la «realidad histriónica» en la que vive y en la que ni su «libre albedrío» puede sacarlo de las escenas asignadas.
Le deseo éxitos en este «nuevo año» que arranca y que aprenda a celebrarlo todos los días, así se lo esté llevando el Diablo, ¡porque no sabe si será su último! ¡Salud! Mínimo Añero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).