A Pleno Sol
La concertación y el diálogo son vitales. No se trata del tremendismo de los partidos políticos, sino del futuro dominicano. Ninguno de los problemas nacionales in-situ se podrán solucionar si no se va a la mesa de conferencias.
Ni siquiera se tiene que fumar la pipa de la paz. Cada cual puede quedar con sus resabios personales, pero se tiene que dialogar. El relanzamiento de la normalidad y del desarrollo nacional necesita fuerzas conjuntas. Todos unidos.
Desde hace meses el Covid-19 arrinconó a la sociedad dominicana. Le dobló las rodillas y el pulso al sector productivo. El turismo cerró sus puertas, los hospitales se llenaron de enfermos y los cementerios de muertos.
La pandemia tiene alcance mundial, no es solo un problema local. Por consiguiente, es a los dominicanos que toca el deber y la responsabilidad de seguir adelante con su vida diaria, buscando soluciones y alternativas.
Es difícil lograr una concertación y un diálogo. De hecho, fracasaron todos los intentos de diálogo de los últimos 50 años. Nadie se puede poner de acuerdo en puntos fundamentales que van dirigidos a lograr el desarrollo nacional.
Ni siquiera una ligera agenda es posible conformar. Hoy la bitácora tiene una sola consigna: sobrevivir. Como pasa en los naufragios, perece todo el que intenta salvarse de forma individual. Así pasa en los países con la espina dorsal doblada.
Lo malo de la sociedad dominicana es que no hay mediadores sociales, ni intermediarios ante los grandes problemas. La misma marcha de la historia echó al olvido a los eternos mediadores.
La época de Agripino es un mero recuerdo. La situación de hoy tiene que ser vista entre los rescoldos de un país dividido cuando se necesita la unidad. Pero no puede haber solo comunión de esfuerzos para conseguir un empleo o una cuota en las altas cámaras.
Da pena que los dominicanos no se puedan poner de acuerdo en cuanto a respetar el toque de queda, y que se utilice la mascarilla para evitar contagios. Estamos en medio del huracán y nadie trata de protegerse de los vientos tormentosos.
Para sobrevivir y que el país logre una reapertura hace falta la solidaridad y la concordia, y hacer un tregua en los enfrentamientos partidistas. La otra alternativa es ser tocados por la guadaña de la muerte. Cuando Carronte reclama la moneda para el viaje sin retorno, a partir de ahí ya nada tiene importancia. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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