Algún día será estudiada la conducta de una amplia porción de los dominicanos aficionados al beisbol con relación a los Tigres del Licey. Muestran una repulsa que limita con el odio, aunque benigno, pero odio al fin. Es comprobable que quien disfruta de mucha simpatía suele cultivar proporcional rechazo.
La mitad de los dominicanos son liceístas y la otra mitad antiliceístas.
Eso ha originado una fobia patológica -valga la redundancia- hacia el equipo azul de parte de la fanática de otros equipos. De unos más que de otros. Este es el asunto que, según me parece, califica para estudio de la sicología social. La razón del todos contra Licey.
Todos pujan por el equipo de su preferencia y a la vez sufren los triunfos de Licey frente a otros conjuntos. La tirria contra los Tigres es inocultable, pero tampoco hay intención de esconderla, pues una derrota del Licey, aunque el equipo de ese fanático esté descartado, se goza con frenesí, se pregona desde de toda tribuna.
Durante el pasado torneo otoño-invernal observé entre amigos y familiares, sobre todo aguiluchos y escogidistas, la hostilidad hacia Licey. Ya en la serie final entre Tigres y Estrellas Orientales, se dispararon las pasiones irracionales y los seguidores de equipos descalificados se pusieron a una contra el hoy campeón.
Pareció broma la denominación de “frente patriótico” a la fanaticada unida como rivales del conjunto azul. Aun fuera un juego, ese nombre evidenció una zurrapa política, pues recordaba los ingratos hechos ocurridos en 1996, cuando fuerzas políticas se agruparon para impedir el triunfo electoral del doctor José Francisco Peña Gómez.
Peña Gómez, el candidato que había ganado la primera vuelta de los comicios, no conquistó el Gobierno, que es una gloria pasajera, pero sí alcanzó la aureola que significan el aprecio y veneración de los dominicanos que aman y respetan la democracia. Entre tanto, en la serie final de nuestro beisbol, Licey se coronó de gloria.
Ayer se inició en Miami la Serie del Caribe y la República Dominicana es representada por el conjunto que ha obtenido más triunfo. Por primera vez, esta justa se realizará en un estadio de Grandes Ligas, sede de los Marlins de Florida.
Juegan República Dominicana, Puerto Rico, México, Nicaragua, Panamá y Curazao.
Al despedir a los campeones nacionales, en el Palacio Nacional, el presidente Luis Abinader, un aguilucho nato, se revistió de un gran sentido de dominicanidad. Afinó su perfil de estadista cuando proclamó que ahora todos somos Licey. Sus palabras ayudan en mucho a curar del antiliceísmo. Licey es RD.
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(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).