Gracias por hacer vibrar a la niñez dominicana con su sano arte
Nuestra población es bendecida. Somos naturales de un país rico en cultura, con dos vírgenes intercesoras; una patrona y otra protectora; tres padres de la patria; una extraordinaria ubicación geográfica y tierra preñada de vida. Sin dudas, «la República Dominicana lo tiene todo», incluso la inocencia y bondad de su gente, de corazón tan amable como hospitalario.
Una cultura rica en naturaleza, costumbres, ritmos musicales, sabores gastronómicos; de gente cariñosa, buena, de quien las personas foráneas se enamoran, tanto del país, como de su población, la que vive de cara al sol y al mar. Un país de gente bañada por el océano Atlántico y el mar Caribe o mar de las Antillas. Una nación inmensa en agua dulce, resguardada por manglares, copada por una inmensa y verde capa vegetal.
Nuestras características son tan amplias que junto al patrimonio artístico, religioso, histórico y natural…, también, tenemos a un gran superhéroe, que acompañó a más de cinco generaciones de dominicanos-as, llevando alegría con su arte y cultivando sanos valores en nuestra gente, nos referimos al campeón de La Bolita del Mundo y el Potecito de Sangre: Jack Veneno.
A Rafael Antonio Sánchez, conocido popularmente como el campeón del pueblo: Jack Veneno, hoy le decimos adiós, porque luego de su último combate en el cuadrilátero, en el que luchó contra el cáncer, enfermedad que le mantuvo peleando por una década, lastimosamente sucumbió e inició un largo viaje hacia el encuentro con el Señor. Pero, siempre será recordado por la inmensa alegría que llevó a la niñez dominicana, hoy adulta.
Él, amante de la frase: «mente sana y cuerpo sano», fue nuestro primer y único campeón; nuestro primer superhéroe, que a través del programa semanal Lucha Libre Internacional, cada sábado primero en Rahintel, canal 7 y luego en Color Visión, al medio día; espacio de mayor rating en la televisión nacional, cautivó a toda la familia dominicana. Mientras que, los domingos en el Parque Eugenio María de Hostos, ofrecía un verdadero espectáculo deportivo y artístico, de corte familiar.
Con sus técnicas, basadas en llaves y saltos, como la polémica, la manigueta, el cuatro de piernas, la tijereta, la codera, el enterrón de cabeza, el suplex…, pudo derrotar a Ric Flair, un espectáculo épico, una victoria memorable que aún recordamos con grato sabor.
Paradojas de la vida, la lucha libre de esta súper estrella: Jack Veneno, no nos inculcó crueldad ni violencia, siendo un deporte de «rudos y técnicos», como eran llamados respectivamente los grupos o las cuadras del campeón y a la de su archi enemigo: Relámpago Hernández, la Gallina o el genio del mal, como era apodado José Manuel Guzmán Marte, el antihéroe en el show.
No propició antivalores ni carencias educativas, al contrario. Hoy apenados, sabemos que la educación nos ayudará; la sociedad no se ve ni anda bien. La involución social es grosera, la juventud adolece de formación, hay insensibilidad, falta de cooperación…, el panorama no es para entusiasmarse. Pero volvamos a nuestro campeón, con él que reinos y hoy lloramos su partida, porque no volveremos a verle en este terruño, ni a escuchar:» el pueblo quiere lucha que luche Jack veneno». Ha cambiado de residencia.
Sabemos que, en el cielo, armará un gran y hermoso espectáculo, junto a Relámpago Hernández, bajo la producción de Dominicana de Espectáculos, con Vampiro Cao (Arcadio Disla Brito) a la cabeza. Un combate narrado por los locutores Alberto Tamárez y Silvio Paulino, quienes ya le aguardaba. En el cielo ahora se escuchan: «saltos mortales, hombres por los aires».
El luchador de la familia dominicana; el terror del ring o el hijo de doña Tatica, en una ocasión afirmó que su mayor riqueza era justamente, su familia. Ese héroe infantil que amó intensamente a su madre, su gran heroína, dejó un, además, un enorme legado de trabajo y creatividad mercadológica y promocionar, por eficiente uso del marketing publicitario, que también lo puso en ejecución en sus programas: Un amigo de Jack Veneno y Jack Veneno y su cuadra.
Amigas y amigos que crecimos siendo fanáticos del campeón, no veo otra forma más honesta ni más idónea para honrar su impronta; la huella de nuestro luchador, declamador, que vivir siendo fiel a nuestros principios y metas. El con su tesón y alegría nos cautivó y se erigió como el gran icono que luchó por sus sueños y los materializó.
Este es mi homenaje póstumo. ¡Qué Dios le conceda ahora un gran estadio en el cielo; ¡que siempre esté repleto de ángeles fanáticos, equiparado a sus días de gloria en el cuadrilátero en la tierra!.
Hasta pronto.
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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