A Pleno Sol
La escuela dominicana no está preparada para hacer frente al acoso escolar o bullying. No se trata de un juego entre niños, sino de rompimientos de cuadros sicológicos en la primera infancia, que luego seguirán de por vida.
Tiene que tener control familiar y luego en las aulas, la persecución de un niño o adolescente que se cree superior a los demás, y con poder sobre sus compañeros, sometiéndolos a un acoso despiadado.
La sociedad dominicana ha estado de espaldas al bullying, que por siempre ha existido, pero que en años pasados no era percibido y hasta se le consideraba juego de niños.
En las escuelas públicas se notaba el acoso y abusos de uno o varios estudiantes sobre sus compañeros, que terminaban en muchas ocasiones con golpizas y destrozos de sus propiedades.
En los colegios privados, el fenómeno es peor. Los profesores si saben que existe el acoso escolar, pero juegan a la variante de poder; silencio al saber de quien es hijo el acosador, lo que le da licencia para hacer lo que le venga en gana.
Tiene que crearse un código escolar, donde se dispongan sanciones para los abusadores que ejecutan el acoso escolar. Cierto que al ser menores de edad, estos casos no llegan a la justicia, pero si puede haber sanciones académicas y familiares.
El efecto más catastrófico del bullying es que establece divisiones entre compañeros, en base al poder y fortaleza que pueda exhibir un niño. Esa faceta de abusador y víctima se va a mantener durante a lo largo de la vida, con daños sicológicos para todos los interactuantes.
La escuela tiene que fomentar el compañerismo, la hermandad, la integridad, el rechazo de los abusos y que desde la niñez se comprenda que el ser humano se engrandece cuando le da la mano al más débil, al que busca el compañerismo para dar el salto adelante.
De esa risa y ese llanto entre niños surgirá en el futuro la intolerancia, el abuso, el desconocimiento de los derechos humanos, y entre los maltratados el estallido violento y la rebelión. Enfrentemos esta situación ahora, y no la tapemos por temor a molestar a padres indolentes que son responsables de estas desavenencias sociales. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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