Hoy como nunca los dominicanos deberían volverse inmunes al virus del insularismo, aun cuando a causa del coronavirus, el concepto globalización quede muy debilitado, sin poder incidir de manera predominante en la nueva realidad pos-civid19.
Ante una previsible nueva normalidad, clase política, empresariado, academia y sociedad civil están compelidos a reinventarse con celeridad porque no hay tiempo para adecuaciones que tardarían más de una generación. Lo que está por ocurrir sorprenderá a toda la humanidad.
El coronavirus es una pandemia inédita a todos los seres vivos, que no solo ha matado en menos de dos meses a más gente que las que perecieron durante la segunda Guerra Mundial y en los diez años de la Guerra de Vietnam, sino que retrotrae la economía mundial a tiempos de la Gran Depresión, de hace 90 anos.
Estados Unidos tardó diez años para generar diez millones de empleos, pero perdió 30 millones en solo 45 días del coronavirus que ha sumergido su economía en una enorme recesión, a pesar de que la Reserva Federal y el Congreso han inyectado casi tres trillones de dólares a su torrente financiero y fiscal.
Nunca antes se había visto pagar 37 dólares por barril de petróleo para que lo retiren gratis de un puerto de Texas, ni se había reeditado un derrumbe tan pronunciado en las bolsas de valores de todo el mundo.
Por muchos años la humanidad vivirá con la pandemia a un costado, aun cuando se descubra, se pruebe y se comercialice la vacuna para su prevención, como también cambiarán las formas de interactuar entre ciudadanos, países, regiones y bloques comerciales o políticos.
La nueva realidad estará matizada por surgimiento de los nacionalismos, retorno a la distancia social, étnica, religiosa, económica y política, lo que debilitaría el modelo de la Aldea Global.
La era poscovid19 transformará el comercio mundial, que estaría más sustentado en el proteccionismo, aunque a nivel interno la tendencia sería a través de plataformas tecnológicas o de canales digitales para adquirir de bienes y servicios.
Lo primero que deberíamos entender es que el viejo mundo literalmente termino el mismo día cuando se anunció que el coronavirus había salido de un laboratorio de Wuhan, China y, que por tanto, cuando retornemos a la nueva normalidad, estrenaremos otro mundo muy diferente.
Para insertarnos en esa nueva realidad, los dominicanos requerimos diseñar un modelo político, económico y social, sostenido en la resiliencia, eficiencia, creatividad, transparencia y amplia visión de futuro y aprovechamiento de todas las oportunidades. Creo que de lo que se habla es de una revolución medular.
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