Ciertamente que los primeros «ejemplos» de los que todos nos empapamos son de nuestros padres. Ellos intentan darnos una educación que también viene «viciada» por los padres que ellos tuvieron.
Cuando uno no tiene la oportunidad de crecer con uno o ambos de sus padres, va creando un recelo, resquemor por «esa falta» impuesta o colocada por el destino.
Ciertamente que hay padres que benefician a sus hijos en su educación y forma de ser, pero hay otros que, contrariamente, no favorecen la conducta de estos.
Esos hijos que solo conviven con uno de los padres, generalmente la madre, esconden «un rencor» que, también por lo general, no tiene sentido de ser.
Algunos se dan cuenta cuando han crecido y el mundo empieza a darles dramas «por un tubo y siete llaves», o sea, por todos los frentes, pero otros se la pasarán intentando justificar sus fracasos a «esa falta» que no tuvieron en la niñez…
Si yo me atara a los desaciertos de mi padre o madre y actuara «medio loco» por ello, no sería un hombre sensato y objetivo, ya que estaría viviendo «la vida del otro» y cada uno de nosotros es único y tiene facultad de ser…
Tanto los padres como los amigos llegarán a influenciarnos en el camino a «la adultez», pero hay un punto en el que uno ¡por fin! Comienza a pensar por sí mismo.
Si pasas de los 30 y aún estás echándole la culpa de tu «desastrosa» vida a uno, ambos de tus padres o amigos, Lamento decirte que has perdido mucho de tu salud y tiempo.
Si todavía no te das cuenta de que nadie está atado a estar con quien no «coordina», entonces el sufrimiento será parte del pan de cada día.
No estás obligado a querer ni que te quieran, pero sí a tener una conversación «aclaratoria» si eso puede brindarte luz a tus traumas, y si en verdad estás abierto a ponerte en los zapatos del otro.
Si alguno de esos padres que se fue era un borracho, delincuente o viciado de malos hábitos perjudiciales y abusivos, entonces alégrate por haberte librado de tamaña alimaña, así sean tus padres.
En cambio, si el que no está «parece» ser «normal» con sus arranques habituales que todos llevamos dentro, entonces no lo juzgues antes de «en verdad» conocerlo, ya que va en desventaja por no compartir el día a día contigo.
De todas maneras, lo primordial de este latido es que hagas consciencia de que cada uno de nosotros somos seres individuales y nunca viviremos la vida del otro, por lo que debemos crecer desapegados de todos los pensamientos que no contribuyan con nuestro bienestar.
Al final igual te quedarás solo porque todo termina. Así tengas a todos tus seres queridos siempre a tu lado, llegará un momento en que tu misma mente se disociará de todo y todos y estarás en la más completa soledad.
La responsabilidad mayor que tenemos es procurar la felicidad, ya que siendo infelices no ayudaremos a nadie. Nadie debe influir en esa búsqueda porque los hijos, los padres, los abuelos y los amigos no son de nadie más que de sí mismos.
Las buenas o malas compañías no dejaron nada de rencor en mí, porque aprendí a «permitir» el proceso de crecimiento del otro.
Lamentablemente, lo que los hijos actuales esperan de sus padres es una buena herencia, con sinceras excepciones. Te van a querer más por lo que tienes y le das, así seas lo más malo del mundo…
Pocos se darán cuenta de que lo más importante que les dejaste fue permitirles ser ellos. Esa libertad de ser no tiene dinero que la compre. ¡Salud! Mínimo Hijero.
massmaximo@hotmail.com
(El autor es artista plástico dominicano residente en West Palm Beach, EEUU).