A Pleno Sol
El principal anhelo del ciudadano, que es vivir en un régimen de paz, de democracia y de igualdades, no pasa de ser una quimera, una esperanza que nunca se concreta. Sin embargo, la única vía civilizada de mantener la concertación con diferencias, es mantener el respeto irrestricto al derecho del otro.
La revolución francesa abrió las puertas a cambios profundos en la relación entre los seres humanos, pero las luchas internas hicieron trastabillar a ese experimento social, y dio pie a la sinrazón, a la barbarie, y al crimen disfrazado de razón de Estado.
La igualdad, la unidad, y la fraternidad es un lema que debería regir la vida en civilidad, pero no pasa de ser una inscripción, un slogan académico, que se respeta poco en el marco de las relaciones sociales y políticas.
La principal esclavitud del ser humano es la económica. Sin grilletes se le encadena a la miseria, a tener que ocultar sus ideas, a vivir en las sombras de la ignorancia, en medrar por un plato de comida. La presión económica doblega a los hombres.
Las injustas diferencias sociales salen de esa brecha que se dan en la tenencia de la tierra y el capital. Muchos experimentos se han hecho para lograrla igualdad, pero todos han fracasado. La sociedad sin clases, dirigida por los obreros y el proletario, es un recuerdo del viejo mundo socialista.
Hoy, las ideologías están pensionadas y lo que pervive es el poder del mercado comercial. Puede darse un capitalismo con rostro humano, y masas inermes que comprendan que tienen que luchar por un mundo mejor.
Lo ideal es el equilibrio. El poder compartido entre todos los sectores. Esa debe ser la democracia. La igualdad y el fin de las exclusiones, pero esa acción no pasa de ser una buena intención que se queda colgada en el camino.
Finalizando la guerra civil norteamericana, el 19 de noviembre de 1863, Abraham Lincoln, sobre el terreno donde murieron 20 mil hombres combatiendo, pronunció su famoso discurso de Gettysburg, una de las columnas básicas de la democracia. Fue el principio del enunciado de «El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo».
En los hechos, simples teorías no materializadas. Los hombres y mujeres de los países del tercer mundo siguen esperando que los abrace la democracia, la libertad el respeto a sus derechos. Una esperanza que se mantiene, a pesar de lo lejos que se ve la redención. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).