La crisis actual que afronta el tránsito y la movilidad en las ciudades del país requieren más de un acercamiento humano y social, que uno técnico, en opinión del consultor Ángel Leonel Canó Rodríguez, de la firma REC&M, Abogados Consultores.
Esto lo explica entendiendo que la planificación es esencial, aunque advierte de que hacer que el ciudadano cambie comportamientos temerarios, falta de empatía por el tiempo ajeno, respeto por el espacio en la vía y ceder el paso, tomará mucho tiempo y esfuerzo. Dijo que la educación vial y los valores que envuelve deben ser impartidos desde los hogares y escuelas.
Comparto esa preocupación. Se trata de una atinada sugerencia que de aplicarse incidiría en la reducción de muertes por atropellamientos y choques causadas por conductores de manejo temerario, auténticos seres imprudentes, irrespetuosos de la ley de tránsito e irresponsables que huyen de la escena del accidente, dejando abandonada a las personas embestidas.
La orientación vial está incluida en la agenda escolar de numerosos países, como en Estados Unidos, para poner un ejemplo, explicándoles las consecuencias que se deriban al inobservar esa regla. Se ilustra a los estudiantes infantiles el significado de los símbolos de tránsito al cruzar las calles. El propósito es convertir a los futuros adultos en ciudadanos cautelosos para salvar vidas. Es un proceso de adquisición, desarrollo e integración de las capacidades o competencias destinadas a promover la seguridad en el tránsito, mejorar las relaciones y conductas viales, y prevenir los siniestros en las calles, carreteras y autopistas.
En nuestro país, los ciudadanos, por ignorancia o falta de orientación, cometen muchos yerros al atravezar las rutas viales muy concurridas, pese a la existencia de los puentes peatonales.
Y, lo que es peor aún, está la mala costumbre obstaculizar las aceras habilitando negocios informales, parqueando vehículos sobre esos espacios públicos, obligando a las personas a caminar por las calles corriendo el riesgo de ser impactadas. Lo que más deprime es que las autoridades municipales no actúan para acabar con esa práctica que atenta contra la seguridad ciudadana.
Bastaría con revisar algunas estadísticas para darnos cuenta de la gravedad de esa situación. En el año 2021, la cantidad de tragedias por accidentes ascendió a 1,874, para un incremento de un 8.1% con respecto al 2020, que se reportó un balance de 1,737 casos, según la Oficina Nacional de Estadística (ONE). Explica que en quince años (2007-2021) murieron en el país 27,608 personas en esos hechos. Esto representa un promedio de 1,840.5 óbitos por año. Los atropellamientos continuaron con 223 al registrar casi un 12%.
No tenemos a manos la totalidad de fallecidos en esas eventualidades durante el 2023, pero son miles. Los conductores salvajes son los responsables de que República Dominicana figure en el ámbito mundial con mayor tasa de mortalidad causada por lesiones en colisiones viales, de acuerdo con los levantamientos estadísticos. El territorio nacional ocupa el puesto número uno con un total de 65 defunciones por cada 100,000 habitantes, según el conteo de World of Statistics.
La orientación vial en los centros educativos debe verse como un asunto de urgencia nacional, una tarea que la clase gobernante, los padres de familias y los profesores en las escuelas debemos asumir para garantizar que nuestros niños lleguen a la adultez con disciplina, mucha prudencia, respecto al cumplimiento y obediencia a ley de tránsito. Además, ese tutorial los convertiría en personas más conscientes cuando estén manejando vehículos de motor.
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(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).