Conversaba recientemente con dos jóvenes capitanes de fragata y quedé asombrado del interés de estos oficiales de la Armada por nuestra historia. A ellos prometí y dedico estas reflexiones relacionadas con el Gobierno de Ramón Cáceres (1906-1911) y los incidentes originados para su sucesión.
El próximo domingo, día 19, se cumplen 112 años del asesinato del presidente Cáceres, ocurrido en Santo Domingo en 1911. Había asumido la presidencia constitucional de la República el 12 de enero de 1906, tras la renuncia forzosa de Carlos Morales Languasco, ya que el empresario mocano era el vicepresidente.
Los historiadores han ponderado positivamente la gestión de Cáceres, por la disciplina impuesta en lo económico y el orden social. Rufino Martínez, por ejemplo, afirma de Cáceres: “Un presidente con poder y entero dominio en el escenario nacional, no se había visto más buena voluntad al servicio del interés público”. (Diccionario biográfico histórico, pág., 97).
De este gobernante se ha dicho que aplicó la fortaleza con la que dominaba recuas y ganado para aplacar las turbulencias políticas y la montonera. Complacido de su obra, ponía cada vez mayor empeño en mejorarla y acrecentarla y por eso “…había paz moral, la conquista más difícil para un gobierno que echa sus iniciales”.
Estas mismas razones incitaron a los conspiradores. La trama fue motivada para detener la disciplina gubernamental y las ejecutorias en favor del desarrollo nacional. Ocurrió un domingo en la tarde, mientras el mandatario paseaba por las afueras de la Capital, específicamente la avenida Independencia, cerca de Güibia.
Hubo un asomo de crisis para la sucesión de Cáceres, debido a que en el momento no había el cargo de vicepresidente, conforme a una reforma constitucional aplicada en 1908. El comandante del Ejército, Alfredo María Victoria, intentó ocupar el Gobierno, pero encontró un freno institucional. Y se acogió a la Ley.
El impedimento para que el jefe de la Guardia de Mon tomara el Gobierno se fundamentaba en que no reunía la edad requerida. Solo contaba 27 años y la exigencia era haber cumplido los 35, de acuerdo con el artículo 48 de la Constitución entonces vigente, proclamada en Santiago de los Caballeros el 22 de febrero de 1908.
El general Victoria propuso al Congreso Nacional, la elección de su tío, el senador Eladio Victoria. Este señor fue escogido presidente y permaneció en el puesto hasta diciembre de 1912. Eladio Victoria no era un líder ni hombre de armas, características de los gobernantes del momento. Era hombre simple, para un empleo más que para el mando.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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