A Pleno Sol
Las dictaduras latinoamericanas, de las cuales Rafael L. Trujillo fue una espada cortante, no surgieron por mandato divino, ni producto del carisma de un hombre. Detrás de los gobiernos dictatoriales se exhibió el poderoso brazo de los Estados Unidos y las complacencias de la Iglesia Católica.
Trujillo, al igual que otras dictaduras, era la forma en que los norteamericanos trataron de contrarrestar el surgimiento del comunismo, y la etapa resurgiente de lo que al final de la Segunda Guerra Mundial se dio en llamar la Guerra Fría.
Trujillo fue un hijo predilecto de los Estados Unidos, que supo navegar en sus circunstancias, y un ahijado de la cúpula católica, que necesitaba regímenes fuertes para oponerse a las nuevas corrientes que desertaban del cristianismo.
El nieto de Trujillo no puede calzarse las botas del abuelo. No pasa de ser una briza sin fuerzas en el firmamento político nacional, sin mayores posibilidades electorales. El hombre de San Cristóbal es irrepetible, porque las circunstancias que permitieron que surgiera y llegara al poder son difíciles de mezclar en la coyuntura actual.
El fantasma de Trujillo está sincronizado en la sociedad dominicana, porque no se sepultaron sus ideas de gobernar y de atropellar a las masas, bruñidas por intelectuales complacientes, que fueron los primeros en dar el salto cuando se intronizó el borrón y cuenta nueva.
En los años 30, varios países latinoamericanos sufrieron golpes de Estado que instauraron gobiernos autoritarios, como el de Getúlio Vargas, en Brasil; el de Jorge Ubico, en Guatemala o el de Rafael Trujillo en República Dominicana.
En los años 40, algunos países lograron recuperar la democracia, como Argentina con Juan Domingo Perón, o Venezuela, con Rómulo Betancourt.
Sin embargo, otros países siguieron bajo el yugo de dictadores, como Paraguay, con Higinio Morínigo, o Haití, con François Duvalier.
El surgimiento de la revolución cubana comienza a sacudir la conciencia de América Latina, y ante el temor de luchas libertarias en todo el continente, los norteamericanos decidieron decapitar a Trujillo y la Iglesia Católica le restó su apoyo.
Trujillo únicamente será sepultado cuando en la sociedad dominicana desaparezca el autoritarismo; la corrupción; el utilizar el Estado como una finca; cuando se suspenda la política de seguridad de trancar primero y luego investigar, y cuando se respete plenamente el derecho a pensar y expresarse de todos los ciudadanos. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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