Conservo parte de una investigación realizada por el historiador español Esteban Mira Caballos sobre la colonización de España en América. Pasó tres décadas indagando lo que él describe como una especie de historia a la inversa: la vida poco conocida de los primeros indígenas que arribaron a Europa desde 1493. Tuvo investigando en República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, México y Perú los escenarios de acciones de horrores, violaciones sexuales, genocidios y otros abusos, atribuidos a los invasores de aquella época, que los han bautizado como conquistadores.
«La gente piensa que España colonizó América, pero la conquista fue pactada entre indígenas y españoles: el 95% de los conquistadores eran indígenas. Y es que se sabe mucho de los nativos que se quedaron en América, pero bastante menos de todos aquellos que viajaron al Viejo Continente y lo cambiaron para siempre”, afirma.
El libro cuenta cosas sorprendentes, como los beneficios que reclamaron sectores de las élites indígenas a la Corona española por haber participado en la conquista; que grandes nobles españoles son descendientes directos de los indígenas o cómo varios de los primeros mestizos se involucraron en lo más alto de la nobleza y oligarquía españolas. Con la anuencia de ustedes y por considerarlo muy relevante, lo resumiré en dos entregas.
Los pormenores de esa obra los detalló, el 7 de julio de 2023, Esteban Mira Caballos a periodistas de BBC Mundo y, como era de esperarse, ha generado debates porque cuenta cosas que se conocían a nivel académico, pero no en la calle. Cuestiona datos ofrecidos por otros colegas, hasta ahora aceptables para mucha gente. Y hace la siguiente pregunta: ¿Quién se va a creer que Francisco Pizarro, con 180 hombres, conquista Tahuantinsuyo con 2.000 km2? ¿O que Hernán Cortes, con 508 efectivos, conquista la federación mexicana?
(Pienso que tampoco es creíble, hablando del escenario de la isla Hispaniola, la leyenda del Santo Cerro de La Vega que narra la batalla entre indígenas y españoles. Nuestro historiador José Rafael Lantigua hace la aclaración respecto a la manipulación de ese hecho: “No hubo batalla entre indígenas y españoles en el Santo Cerro; la cruz que allí se venera no guarda relación ninguna con esa falsa batalla ni con la embustera afirmación de que los indios intentaron destruir e incendiar el símbolo de la cristiandad. Y tampoco es cierto que la imagen de la Virgen de las Mercedes se apareciese en medio de la “batalla” para defender a los españoles e impedir que los indios ganasen la misma. La sublevación fue por el apresamiento de Caonabo y por todas las injusticias que sufrían a manos de los españoles”. (Ver Diario Libre, 23 de septiembre de 2022).
Para Esteban Mira Caballos, “la conquista fue pactada entre indígenas y españoles. Cuando acaba, los propios indígenas se quedan como sargentos y alguaciles mayores y otros cargos. Permanecen combatiendo rebeliones de otros nativos. España mantiene toda la estructura indígena de cacicazgos, curacazcos y jefaturas. De hecho, los curacas eran de los mayores hostigadores de lo suyos, extorsionándoles para pagar a los españoles lo que correspondía y mantener sus privilegios”.
Para tener una idea panorámica de esa realidad, nos ilustra interesantes aspectos, como los siguientes:
-Muchos de estos conquistadores indígenas se presentan en España reclamando su labor. Los tlaxcaltecas, por ejemplo, recriminaban que Hernán Cortés no habría conseguido nada sin ellos. Y, a su vez, los chalcas reclamaban que ellos habían contribuido más que los tlaxcaltecas. En España se presenta toda una legión de caciques, curacas, pipiltins y taínos reivindicando que fueron conquistadores y administradores pidiendo privilegios: prebendas, tierras, subtierras y títulos nobiliarios. Y los conseguían. Se llamaban a sí mismos tan conquistadores como Hernán Cortés.
-Mucha de esa nobleza indígena entronca con la nobleza española. Actualmente hay grandes nobles españoles que son descendientes directos de Huayna Cápac o del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin. Esa es una visión que ha causado sensación, independientemente de la parte oscura de la historia con la esclavitud, la violencia y las matanzas. No parece una versión muy acorde con las condenas actuales que recibe España y otros países colonizadores por su papel en esta etapa de la historia.
-En la historia siempre está metida la ideología y en esto hay tres posiciones: negro-legendarios, rosa-legendarios y los historiadores. Los negro-legendarios acusan a España de genocida y de ese argumento no se mueven.
-He trabajado muchos años en República Dominicana, Cuba, Puerto Rico, México y Perú. Conozco bien el horror de lo que cometieron los españoles, auténticas matanzas como en la Antillas. Eso no se puede negar. Nadie los llamó para ir allí para civilizar ni salvar a nadie.
-En años recientes ha crecido una ola de reversionismo histórico, incrementándose las condenas contra el pasado colonizador de las potencias europeas y su destrucción de civilizaciones americanas. Hay una polarización muy grande. A los negro-legendarios no les puedes contar más que sobre el genocidio, pero también están los rosa-legendarios, que creen que España fue la mejor, la salvadora de los salvajes. El mismo discurso con que se justificaban en el siglo XVI lo repiten los rosa-legendarios en el siglo XXI: eso de que fuimos salvadores, magníficos, maravillosos y que lo contrario es todo leyenda negra.
-En el medio estamos los historiadores, que contamos las cosas en base a documentos y razonamientos históricos. He ido a congresos con historiadores cubanos, dominicanos y mexicanos y no hay grandes diferencias entre nuestras visiones más allá de matices. La historia es un largo camino de cadáveres. El hombre es horrible. Se impuso el más fuerte sobre el más débil, pero es algo que hay que contar en su contexto y ya está. Los historiadores recibimos críticas de todos lados.
-Los de Vox (partido español de extrema derecha) me ponen de vuelta y media, acusándome de masón comunista o ruso putineano. Los indigenistas también me critican. Claro que existió la esclavitud y en Cuba se mantuvo hasta bien entrado el siglo XIX, pero tampoco hay que verlo como un punto oscuro para la historia de España, ni un mérito ni un demérito. Las cosas fueron como fueron y ya está.
-Había eurocentrismo y desde el Viejo Continente se consideraba a las civilizaciones indígenas como bárbaras, pero no se les puede pedir que pensaran como un trabajador de la ONU en el siglo XXI. Ni siquiera el padre Bartolomé de las Casas, fiel defensor del trato a los indígenas, se planteó la posibilidad de que estos pudieran vivir en su idolatría y fuera del evangelio. De las Casas lo que plantea es que la evangelización debe ser por medios pacíficos y en eso hay que reconocerle que fue pionero. Se sabe mucho de los indígenas que se quedaron en América, pero no de los que fueron a Europa. Muchos fueron esclavizados.
Continuaremos en la segunda entrega…..
mvolquez@gmail.com
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