Por Felipe Lora Longo
Es indudable que con las áridas condiciones que enfrenta Israel sus avances en la gestión del agua no hubiesen sido posible sin la ayuda billonaria que desde el 1949, hasta el día de hoy, continua recibiendo de los Estados Unidos.
Con esta gran abundancia de recursos económico Israel, a través de su empresa estatal Mekorot, logró invertir en tecnologías de vanguardia, como la desalinización, la reutilización del agua y la agricultura de precisión para satisfacer sus necesidades.
La gestión del agua ha sido y es un tema de máxima importancia, no solo en Israel, sino en cualquier nación, y la República Dominicana no es la excepción.
Recientemente, la Red Socioambiental Nacional (RSN) ha denunciado que mientras participaban en la elaboración del Pacto del Agua, el 26 de junio del presente año, el Instituto Nacional de Agua Potable y Alcantarillado (INAPA) anunció la firma de un convenio con Mekorot, la empresa estatal de aguas de Israel, para la gestión de uno de nuestros recursos más valiosos: el agua
Este contrato, diseñado y discutido en medio de las sombras de la confusión y el secretismo, fue celebrado por el Presidente Abinader y aplaudido por las partes interesadas quienes se desbocaron alabando los conocimientos de la empresa estatal israelí y los supuestos beneficios que la asociación INAPA-Mekorot significaba para el país.
Sin entrar en la ilegalidad del contrato, pues ya la Red Socioambiental ha hecho un magnífico trabajo en este frente, me concentraré explicar por qué la aplicación de los conocimientos y la tecnología israelí en la República Dominicana resultarían contraproducentes y dañinas para la tecnología y la soberanía nacional.
He aquí algunos de los argumentos que deberían considerar quienes están tratando de imponernos a Israel-Mekorot como la solución a nuestros problemas hídricos:
1. La costosa tecnología israelí es posible y beneficiosa para Israel. Israel, con menos habitantes que República Dominicana, tiene un presupuesto casi seis veces mayor. El presupuesto de RD asignado para el 2023 fue de 24,200 millones de dólares mientras que el de Israel fue de 133,000 millones de dólares. Además, Israel tiene garantizada, desde EUA una ayuda de más de 3,000 millones de dólares anuales.
2. Israel es un país árido, con una escasez crónica de agua. Sus soluciones técnicas se han desarrollado en un entorno completamente diferente al nuestro. La República Dominicana, por otro lado, posee importantes recursos hídricos, con ríos, lagos y acuíferos subterráneos abundantes. Las tecnologías israelíes diseñadas para conservar agua en un desierto simplemente no son aplicables a nuestras condiciones tropicales.
3. Dejar la gestión de nuestro recurso hídrico en manos extranjeras socava nuestra soberanía hídrica. El agua es un bien público esencial y estratégico que debe ser administrado y controlado por dominicanos para beneficio de los dominicanos. No debemos permitir que una empresa extranjera tenga influencia sobre un recurso tan crítico para nuestra nación.
4. La República Dominicana cuenta con técnicos altamente capacitados y expertos en gestión del agua. En lugar de depender de soluciones extranjeras, deberíamos aprovechar y fortalecer nuestros propios conocimientos y capacidades en este campo. Tenemos la capacidad de desarrollar tecnologías y estrategias adaptadas a nuestras necesidades únicas.
5. La gestión del agua no debería ser impulsada por fines lucrativos. Cuando empresas extranjeras están involucradas, existe el riesgo de que los precios se disparen y el acceso al agua se convierta en un privilegio en lugar de un derecho humano básico. Además, las preocupaciones ambientales deben ser centrales en la gestión del agua, y no debemos poner en riesgo nuestros ecosistemas sensibles en manos de quienes no comprenden completamente nuestras realidades.
6. La participación de la comunidad es esencial para una gestión efectiva del agua. Debemos asegurarnos de que nuestras comunidades locales estén involucradas en la toma de decisiones y que los intereses de la población sean prioritarios. La tecnología extranjera puede alejar a las comunidades locales de este proceso crucial.
7. Israel ha sido objeto de críticas y acusaciones de violaciones de derechos humanos en su trato con el pueblo palestino. Hacer negocios con una empresa israelí plantea preguntas éticas sobre la complicidad con estas acciones y puede dañar la imagen internacional de la República Dominicana.
La implementación de este convenio con Mekorot sería un paso en falso, peligroso y costoso para la República Dominicana. En lugar de adoptar tecnologías foráneas, debemos confiar en nuestros propios talentos y recursos. Nuestro país merece una gestión del agua que refleje nuestras necesidades, valores y circunstancias únicas.
No debemos permitir que un acuerdo extranjero ponga en peligro nuestro recurso más preciado y nuestra soberanía. Debemos anular este pacto y buscar soluciones que sean verdaderamente adecuadas para nuestra nación.
No a la privatización.
Es hora de priorizar la soberanía y el bienestar de nuestra nación sobre los intereses extranjeros y de resolver, de una vez y por todas, el problema del agua en República Dominicana.
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