Redacción (Telesur).- Fidel conectó las ansias de paz de Cuba con los destinos de otros pueblos del mundo, que habían sido agredidos o estaban bajo riesgo de serlo por proclamar su derecho a la independencia, la autodeterminación y el uso soberano de sus recursos.
Entre otros muchos, Fidel Castro realizó dos célebres discursos ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. Entre la primera y segunda intervención transcurrieron casi dos décadas con su saldo de luchas, éxitos y reveses en el camino emancipador de las naciones en desarrollo.
El primero de ellos ocurrió el 26 de septiembre de 1960; el segundo, el 12 de octubre de 1979. En la primera ocasión Fidel asistió como líder de una Revolución triunfante, llevada a cabo a menos de 90 millas de los Estados Unidos. En ese momento Cuba ya era blanco de sabotajes y ataques con bombas de Estados Unidos, y poco después la Casa Blanca decretó un bloqueo parcial a la nación caribeña, génesis del bloqueo económico, comercial y financiero que llega hasta nuestros días.
En ocasión del segundo discurso, el líder revolucionario subió al podio a nombre del Movimiento de Países No Alineados y cuestionó en toda la línea el actual sistema de relaciones internacionales.
26 de septiembre de 1960
El discurso se enfocó en la aspiración de Cuba a la paz y a no ser agredida, pero Fidel conectó esas ansias con los destinos de otros pueblos del mundo, que habían sido agredidos o estaban bajo riesgo de serlo por proclamar su derecho a la independencia, la autodeterminación y el uso soberano de sus recursos.
Habló también a nombre de esos pueblos y resultó memorable su defensa de la paz y del desarme, así como su condena al militarismo y a la codicia capitalista. Fidel denunció la filosofía de la guerra y el despojo y, con ello, a aquellos Gobiernos al servicio del imperialismo y el neocolonialismo.
Entre otros países subdesarrollados con derecho a sus recursos, defendió el de los trabajadores de Chile al cobre, el del pueblo de Venezuela a su petróleo y el de los panameños a su canal, en manos de Washington hasta 1999, así como el derecho de China -hoy potencia con un aporte invaluable a la paz, la estabilidad y el progreso- a ingresar a la ONU.
En aquella ocasión expresó: «¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! (Aplausos) ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!”.
Contrario a lo que podrían haber calculado los imperialistas, Fidel fue radical y no conciliador, defendiendo enfáticamente la nacionalización de empresas extranjeras y otras medidas adoptadas por la Revolución, las cuales chocaron con los intereses de los monopolios estadounidenses.
Además, proclamó el derecho de los pueblos al desarrollo y a defenderse de ataques, ideas también manifestadas durante la Primera Declaración de La Habana (2 de septiembre de 1960).
Seis décadas después, no ha desaparecido el imperialismo ni tampoco las guerras que desata, para lo cual se destinan a la carrera armamentista millonarios fondos que podrían destinarse a la lucha contra el hambre y la pobreza a nivel global, el analfabetismo que afecta a millones de personas, el déficit en servicios de salud y la desertificación, entre otros propósitos.
Ante la lucha tenaz de los pueblos o el ejemplo de Gobiernos soberanos, subsiste la práctica imperial de agredirlos con el empleo de métodos diversos, como la guerra económica a través de medidas coercitivas unilaterales, los ataques a líderes populares y la propaganda, por citar algunos, antes de llegar a las armas, para lo cual han llenado el mundo de bases militares.
Otra táctica de los poderosos que se mantiene, y de la cual alertó Fidel, es la de ofrecer limosnas a los países de América Latina u otros continentes para distraerlos y hacerles perder el rumbo emancipador.
En aquella oportunidad, tras analizar lo que ocurría en el Congo y en Argelia, Fidel advirtió que las Naciones Unidas debían estar al servicio de las colonias y no al servicio de las metrópolis. Lamentablemente, la historia posterior corroboró más de una vez la vigencia de su alerta.
De acuerdo con registros documentales de la Asamblea General, este es el discurso más extenso pronunciado en dicho foro, con una extensión de 269 minutos.
12 de octubre de 1979
En ocasión del segundo discurso, el líder revolucionario subió al podio a nombre del Movimiento de Países No Alineados (Mnoal), que Cuba presidía en ese momento y que defendía el libre desarrollo nacional y social, la soberanía, la seguridad, la igualdad y la libre determinación.
Fidel ratificó el anhelo de ese bloque de naciones de eliminar «la abismal desigualdad que separa a los países desarrollados y a los países en vías de desarrollo», así como a la lucha contra el imperialismo, el colonialismo, el neocolonialismo, el apartheid, el racismo incluido el sionismo y cualquier forma de agresión, ocupación, dominación, injerencia o hegemonía extranjeras, así como la lucha contra las políticas de gran potencia o de bloques».
En el caso de la paz, expuso que el Mnoal defiende una paz indivisible, que beneficie por igual a las naciones grandes y las pequeñas, principio reiteradamente violado por EE.UU. y otras potencias.
Al referirse a la coexistencia pacífica, el líder histórico de la Revolución Cubana defendió «el derecho de los pueblos bajo dominación foránea y colonial a la libre determinación, a la independencia, la soberanía, la integridad territorial de los Estados, el derecho de cada país a poner fin a la ocupación extranjera, a la adquisición de territorios por la fuerza y a escoger su propio sistema social, político y económico».
Entre otros asuntos, Fidel también abordó la urgencia de la distensión entre las grandes potencias y el control sobre las armas estratégicas, cuestión aún no resuelta y que sigue colocando a la Humanidad al borde de su extinción.
Otros temas medulares de su discurso fueron el derecho de los pueblos de Puerto Rico y del Sahara Occidental a la libre determinación y a la independencia, el establecimiento del Estado palestino de conformidad con la Resolución 3236 de la Asamblea General, la reunificación de Corea, los obstáculos a la paz regional creados por el régimen del apartheid en Sudáfrica, la condena a las bases militares de EE.UU. en América Latina y la restitución a Argentina de las Islas Malvinas.
Como puede verse, cuatro décadas y media después solo se echó abajo el apartheid en Sudáfrica y gracias al internacionalismo de la Revolución Cubana se suprimió la amenaza política y militar que suponía dicho régimen para la independencia de Angola, Namibia y otras naciones de África meridional.
A nombre del Mnoal, Fidel también advirtió sobre el preocupante avance del hambre y la desnutrición en el mundo, que por entonces afectaba entre 400 y 450 millones de personas. Pasado el tiempo, la Humanidad no ha avanzó lo suficiente: según Naciones Unidas, ese flagelo afecta en la actualidad a 258 millones.
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