A los diez meses que el presidente de Haití Ariel Henry solicitó, por órdenes de EEUU y conveniencia de la ONU, la intervención militar multinacional en su país, el presidente de KENIA, William Ruto, responde que está dispuesto a enviar mil policías y a encabezar la invasión.
No pocos diarios del planeta titulan más o menos así el anunció de esa nación africana: “Kenia ofrece dirigir fuerza multinacional para ayudar Haití”; sin embargo, lo correcto sería informar que Kenia acepta aparentar ser la fuerza que va a dirigir esa nueva agresión a la soberanía de esa Nación hermana. Porque realmente no fue Kenia quien lo decidió, ni esa invasión es para ayudar a Haití, lo que ya no es un secreto.
Muchos de esos medios de comunicación tienen acceso a informaciones que evidencian que todo ese teatro sirve para encubrir una intervención militar imperialista contra la autodeterminación del pueblo haitiano, como todas las anteriores.
El pretexto escogido son las bandas mafiosas, creadas y armadas por la CIA y el Mosaad israelí, con participación del paramilitarismo colombiano, de igual factura y larga experiencia criminal.
Está demostrado que los modernos armamentos de esas bandas proceden de contrabandos recurrentes, facilitados por autoridades estadounidenses y haitianas. Bandas con conexiones a nivel policial, presidencial del partido de gobierno, y armas cada diseminadas.
Todo eso encajaba dentro de la estrategia de provocar un “caos controlado”, que ya se le está yendo de la mano al poder imperial.
Así las cosas, la anunciada invasión militar no es para eliminar las bandas, sino fundamentalmente para controlar más la situación y los minerales de valor estratégicos (litio, uranio, titanio, tierras raras…); para enfrentar a un pueblo que se ha tirado a las calles para exigir la destitución de Ariel Henry y demandar una transición soberana a la democracia; ya en actitud de enfrentarse con éxito a una parte de las bandas y de ejercer soberanía.
Estén seguros que, así como el pedido de invasión a cargo de Henry fue sugerido por EEUU y las potencias imperialistas, así mismo la respuesta de William Ruto fue negociada por EEUU. Pero igual está confirmado que en tales circunstancias la intervención militar de EEUU y aliados, lejos de ser ayuda y solución a la crisis, más bien tiende a agravarla.
Así no se ayuda a nadie y precisamente la historia reciente de Haití lo evidencia.
En los últimos 30 años Haití ha sido intervenido militarmente 10 veces por decisión de EEUU, y todo ha empeorado. Tras cada invasión los problemas se han agravado.
• ¿POR QUÉ KENIA Y TROPAS NEGRAS?
¿Por qué se recurre a Kenia, a pesar de no tener experiencias en ese tipo de confrontación y si una trayectoria policial criminal?
Eso tiene una lógica, como la tuvo cuando en anteriores ocasiones EEUU estructuró contingentes con una alta composición de soldados negros y cuando en el caso de la Minustah, Brasil encabezó las tropas invasoras como país latinoamericano; lo que les facilitó a las potencias imperialistas colocarse detrás, quitarse presión y simular un bajo perfil.
La lógica de enviar soldados negros es porque la población de Haití es negra y eso permite esconder al blanco como agresor; esconder el racismo supremacista blanco y bajarle el tono al coloniaje.
La acumulación de experiencia lleva ahora a los «tanques pensantes» de ese poder imperialista a ensayar otra modalidad de intervención, utilizando una nación africana contra un pueblo de origen africano.
El camuflaje se eleva escogiendo como jefe aparente de la nueva agresión a un país del África negra, de donde procede el pueblo haitiano; al mismo tiempo que se eleva la perversidad racista, potenciando un cruel enfrentamiento de negros contra negros: los kenianos como “carne cañón” y los haitianos/as como víctimas de la invasión.
Es el uso pérfido del simbolismo de la confrontación en el Caribe de una porción del continente más odiado por el imperialismo occidental blanco contra un pueblo caribeño de origen africano, “culpable” de escenificar la primera independencia y la primera revolución anti esclavista en Nuestra América.
A eso se ha prestado el Gobierno de Kenia por órdenes imperiales.
¿Por qué escogieron a Kenia para realizar ese bochornoso papel y no a otro país africano?
Esto también tiene su lógica imperialista.
Kenia tiene un gobierno de la derecha pro imperialista y EE. UU y España han estado gestionando ese paso.
Kenia es tan dependiente y su gobierno está débil frente a una embestida popular opositora, que fue fácil de convencer.
Ya estamos viendo como EE. UU, pleno de hipocresía, felicita a Kenia y promete respaldo sin meterse de lleno en el pantano.
Canadá se regocija y simula odiar a los oligarcas haitianos que las potencias coloniales engendraron.
El presidente dominicano, su canciller agringado y su Congreso corrupto y entreguista, aplauden con pies y manos.
La ONU de Guterres sirve de mampara.
El Ministerio de Colonia (OEA) está de fiesta.
Y el CARICOM, penosamente, decidió doblarse.
El teatro está montado y la invasión se sigue estructurando desde la Casa Blanca y las Estaciones de la CÍA. Hay otros, lleno de miedos, por reclutar.
Me huele que EU, a sabiendas de lo caliente y riesgoso que es invadir el Haití actual, se conforma y tranquiliza con el mando oculto; y si manda tropas, serán pocas y de piel sepia.
El capitalismo imperialista sigue chorreando sangre y lodo de la cabeza a los pies disfrazado de demócrata, pero de todas maneras habrá pagar muy cara esta nueva afrenta en el contexto de su agresiva decadencia.
Desde ya, adelantándose a los acontecimientos, los medios del poder imperial hablan de lo controversial que resulta en Haití la anunciada intervención. Solo que esconden la real correlación de fuerzas y los riesgos que conlleva para sus protagonistas y padrinos.
No son comparables unos y otros, como insinúan.
La verdad es que se trata de una parte grande, conformada por multitudes que rechazan la intervención, y una chiquita y perversa que se agarra a ella como tabla de salvación.
Ya veremos lo que pasa y ojalá que a los padrinos de esa vil iniciativa le vaya peor que a los tutores de Zelensky y sus huestes fascistas
narsoisa@gmail.com
(El autor es dirigente político residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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