A mi hijo le deseo suerte y fuerza. Que estos sucesos forjen su carácter y pueda reflexionar sobre sus propios errores”. Esto tuiteó el presidente de Colombia, Gustavo Petro, cuando se enteró de que su hijo, Nicolás Petro, había sido detenido por las autoridades. Se le acusa de lavado de activo y enriquecimiento ilícito.
La actitud del mandatario resulta digna y ejemplar. La democracia es tolerante, pero no puede soportar la colocación de los líderes por encima de la ley. En República Dominicana, conviene que se conozca la templanza con la que el presidente Petro ha asumido un hecho que lo hiere en lo personal y lo afecta políticamente.
Petro demuestra una imitable madurez institucional, y aseguró que no intervendrá en materia judicial a propósito de la investigación que involucra a su hijo y a la exesposa de este, Daysuris Vásquez. Según medios colombianos, Vásquez denunció que Petro hijo habría recibido dinero de mala procedencia.
Los conflictos conyugales provocan heridas. Al parecer, el resentimiento de la exnuera del presidente Petro es profundo. Tanto, que la ha llevado a denunciar que su pareja habría recibido mil millones de pesos de un narcotraficante. Ya consiguió que por primera vez en el país suramericano sea apresado el hijo de un presidente.
En este hecho, vale destacar la lección del presidente Petro. Él ha dicho: “Como persona y padre me duele mucho tanta autodestrucción y el que uno de mis hijos pase por la cárcel; como presidente de la República aseguro que la Fiscalía tenga todas las garantías de mi parte para proceder de acuerdo con la ley”. El ejemplo es aprovechable para otros mandatarios.
Gustavo Petro, trigésimo cuarto presidente de Colombia, cumple el próximo lunes su primer año de administración. Lo ocurrido con su hijo resulta inoportuno para celebraciones, dado el avispero desatado en el sector político. Inevitablemente, el hecho impacta en la imagen del Gobierno y la del partido oficial.
Nicolás Petro, además de hijo del gobernante, es diputado del partido Colombia Humana. Es obvio que los analistas se pregunten hasta qué punto afectará este asunto a Petro. El mandatario no es responsable de la conducta de su hijo, pero será difícil que la coyuntura no sea aprovechada por los adversarios.
Si un mandatario tiene pudor, las inconductas de sus familiares le duelen hondamente, los que no tienen pregonan que nadie los avergonzará. “… no intervendré ni presionaré sus decisiones; que el derecho guie libremente el proceso”. Esta es la expresión de un mandatario que se respeta y respeta a sus conciudadanos.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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