América Latina experimentó recientemente un retorno a las derechas y un congelamiento de las ideas progresistas de la región. Quedaron Cuba y Venezuela. Hoy, la muerte asoma en cada país del continente, impulsada por el coronavirus.
Venezuela está enfrentando una fuerte resistencia a la política de los Estados Unidos, que busca desestabilizar a su gobierno. Ya está claro que a los chavistas se le quiere desalojar del poder por la fuerza y la intervención.
Ojala y en medio de esta crisis de grandes proporciones del continente, la sangre no se derrame en Venezuela. En ocasiones se ha estado al borde de la guerra civil, y solo de forma milagrosa se ha evitado. Todos los caminos conducen a que tarde o temprano el desenlace de Venezuela puede ser la violencia,
Cuba sigue desarrollado su revolución, ahora con nuevo liderazgo, aunque detrás de la sombra de los forjadores de la revolución que ya van en la retirada. Trata de ser una economía abierta, con dominio total del partido. Quiere romper con el bloqueo de los Estados Unidos, pero no lo consigue.
Cuba está dando grandes pasos hacia una apertura económica y social. Comenzó en dejar puertas abiertas a la contratación de peloteros y artistas, y ahora se ve en el arte popular y los medios de difusión. He visto a la Tremenda Corte y Tres Patines por Cuba Internacional, algo impensable un par de años atrás.
En la pirámide social serán los millones de marginados que caerán a nivel inferior a la subsistencia. Los hambreados enarbolan una lucha de vivir día a día en naciones donde no hay oportunidades para nadie.
Se pueden imaginar el panorama oscuro en todos los países latinoamericanos antes del coronavirus. Desempleo masivo, agricultura en manos de los grandes procesadores, ausencia de una educación masiva, profesionales sub-empleados y sin posibilidades de desarrollar sus habilidades.
Sobre estos males, ahora se agrupa todo lo que ha originado el coronavirus. Se congelan las políticas liberales y democráticas, y la derecha que venía avanzando afianza su poder.
Habrá un reflujo de masas, y de nuevo se tendrán que emprender otros caminos, con nuevas perspectivas y liderazgos, en un mundo plagado por la desesperación. La crisis de las grandes potencias, se verterá hacia los países de la región.
Solo se podrá levantar el capital osado. Ese que de la crisis sabe mover teclas para salir beneficiado. El gran pueblo no tiene teclas que oprimir. No sabe para dónde caminar. Tiene todos los caminos cerrados y la tabla de salvación es poder decir: soporte un día más.
La realidad de América Latina es seguir siendo la tierra de la esperanza y de la lucha. Los sueños no se han marchitado, se están desarrollando. Es una marcha para gigantes, y apenas se están dando los primeros pasos. Los ideales puros de redención se impondrán, aunque ahora mismo los vientos no son favorables y el fantasma de la muerte nos rodea. Siempre habrá fuerzas para mantener la fe en que la victoria de los desarrapados y la paz se impondrán. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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