Si la tierra es una madre, entonces los ríos son sus venas. Afirma el mentalista Amit Kalantri. Estos, constituyen un elemento vital para todos los seres vivos y humanos. Suministran agua a las ciudades…, nos proporcionan alimentos y hasta entretenimiento. Por eso, debemos mantener nuestros ríos sanos. Con gran pesar identificamos que el 70% de las aguas residuales de Latinoamérica vuelven a los ríos sin ser tratadas. Atentatorio a la vida de todas las especies del planeta.
El hallazgo no es nuevo. Durante mucho tiempo, los ríos de las ciudades de gran parte del mundo han sido focos de riesgo por contaminación y deterioro medioambiental. En muchos casos se convierten en cloacas de aguas residuales, y sus veredas son un sumidero de los residuos sólidos de la ciudad e incluso asentamiento de comunidades marginales con menor poder adquisitivo, asevera el ingeniero Medio Ambiental, Lander Jiménez Ocio.
Esto así porque en la generalidad las poblaciones desconocen el potencial que poseen sus ríos como pilar para la transformación socioeconómica de las ciudades, cuando se contribuye con acciones responsables a fomentar la vida; el medio ambiente sano. A tener y preservar el derecho al agua, hoy más que nunca, cuando tenemos en el país tanta escasez con la que es destinada al consumo humano, animal y vegetal, porque los principales ríos del país están gravemente amenazados por la contaminación. «Los recursos naturales son parte indisolubles de la economía de un país, de su riqueza, de la sumatoria económica», replica el profesor Adriano Silverio. Ellos forman parte de los objetivos nacionales.
Ha sido la contaminación quien ha agotado nuestro manantiales, que destruyó nuestras cuencas hidrográficas, debido a la extracción de arena y grava, que pese a estar prohibida, por las leyes 123-71 y 64-00, así como por las resoluciones 16-2007, 016-2008 y 0015-2017 del Ministerio Medio Ambiente, manos desaprensivas continúan realizando esta letal práctica que solo beneficia a la industria. Mientras, genera problemáticas sociales y pérdida del canal natural de algunos ríos. Un caso que aún está fresco en nuestra memoria es lo ocurrido en el municipio Villa Altagracia: una tierra que en los años 80, 90 era bendecida por abundante agua dulce, hace décadas que languidece ante la extinción de sus incontables ríos, ayer caudalosos, llenos de vida animal para el consumo humano y el comercio.
Villa Altagracia fue un paraíso verde bañado de agua dulce, muchos de sus ríos, que ayer eran un brazo de mar, hoy no existen, solo en nuestros recuerdos; memorias de las tantas veces que nos bañamos en sus agua; las cargamos para el consumo humano y doméstico. Aun así, desde los afluentes que conserva: Haina, Isabela, Mana, Duey…, todavía hoy, sigue abasteciendo a la población del gran Santo Domingo, momentos en que, sus ríos Ozama, Isabela…, decaen debido a la alta contaminación provocada por pobladores y la industrialización.
Pero este suministro está amenazado justamente, por la contaminación que presentan estos caudales, ante la falta de conciencia, educación, incluyendo la ambiental, y malos hábitos de la población. Solo en Latinoamérica, actualmente, 161 millones de personas, es decir, tres de cada 10 personas no tienen acceso adecuado a agua potable, datos alarmantes de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).
«El agua constituye patrimonio nacional estratégico de uso público, inalienable, imprescriptible, inembargable y esencial para la vida. El consumo humano del agua tiene prioridad sobre cualquier otro uso», cita nuestra Carta Magna.
Por eso, si queremos agua, toda la población está obligada a realizar acciones para la correcta preservación del sistema de áreas protegidas del país; compuesto por 123 unidades de conservación. Esto es, 12,033.12 kilómetros cuadrados de terreno, que equivale al 24.8% del territorio nacional, presentes en nuestros 29 parques nacionales, que a su vez poseen una dimensión de 8,964 kilómetros cuadrados.
Asimismo, debe integrarse de forma consciente y firme a la protección de la Reserva de la Biosfera de la UNESCO, como hemos indicado en artículos anteriores, se refiere a lugares destinados a la conservación de la biodiversidad y la actividad humana mediante el uso sostenible de los recursos naturales, ejemplo de ella, nuestra primera Reserva de Biosfera Jaragua-Bahoruco-Enriquillo, obtenida en 2002.
De igual forma, involucrarse en la preservación de nuestras 32 áreas protegidas, ocho de ellas, de protección estricta; 28 monumentos nacionales; 17 áreas de manejo de hábitat-especies; 15 reservas naturales y nueve paisajes protegidos. Al tiempo que, colabora en las acciones para el saneamiento y rescate de los principales cauces hídricos o ríos de la nación, pero para ello, sin importar el nivel socioeconómico en que se encuentre, debe desechar hábitos que contribuyen a contaminar su hábitat, y abrazar acciones que nos permitan disfrutar de forma sostenible de los recursos naturales.
Nuestra existencia sólo es posible en un ambiente sano, ecológicamente equilibrado y adecuado para el desarrollo, donde se preservan las distintas formas de vida: especies autóctonas, endémicas, foráneas o exóticas y en peligro de extinción. Hay que cuidar las áreas protegidas, entre ellas, parques nacionales, lagos, saltos de agua, reservas científicas, monumentos, especie animal y vegetal…,¡tenemos que involucrarnos y tomar medidas para mejorar el medio ambiente!.
Citando a los pensadores, el agua es la fuerza motriz de toda la naturaleza, decía Leonardo Da Vinci; el elemento y principio de las cosas, aseguraba Tales de Mileto. Víctor Hugo, refería que da una profunda tristeza, pensar que la naturaleza habla, mientras el género humano no la escucha. !que paradoja!. La tierra proporciona suficiente para satisfacer las necesidades de las personas, pero no para la codicia de cada quien, refutó Mahatma Gandhi.
Es un compromiso nación, de todas las instituciones y personas, sumar a la defensa de nuestro patrimonio, de las riquezas de nuestra patria. El medio ambiente, es parte de ellas. Leguemos a las presentes y futuras generaciones, un ambiente sano, ecológicamente equilibrado y adecuado, donde haya desarrollo y preservación de las distintas formas de vida y especies. ¡Es hora, haz tu parte!.
Hasta pronto
santosemili@gmail.com
(La autora es educadora, periodista, abogada y locutora, residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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