La experiencia dicta las mejores crónicas. Ejemplo de ello son las impresiones recogidas por la escritora Sol Lora en una visita a Miches, la tierra donde nací y fui bautizado. Ella la ha titulado: “¡Qué bueno se siente en Miches!” A continuación, transcribo su bello escrito:
¡Es increíble que aún no conozcas Miches! Acabo de llegar a Santo Domingo con los labios aún ardientes de sabor por aquel último café que, en su humareda de nuez moscada, nos ofrecieran las manos preñadas de sueños de doña Italia, en su típico escondite de sabores, flotando del carbón y la leña que latía en los fogones chispados de su hogar, comedor obligatorio para todos los que se hincan en el corazón de Miches.
Pescado con coco y orégano quemado; la masa del cangrejo, bañada en el sudor de especias naturales; el maravilloso seviche (jugoso y fresco), preparado de la mano de un vecino; el lazo fraternal con que nos atan los semblantes del michero, extendido en mano de amistad y aquellas bocas-sonrisas, abiertas en su abrazo…
Miches cautiva con asombro en su largo paseo de azules de mar y verdor de paisajes, en el adiós que hasta pronto nos espera a que apuremos, con sed de promesa, el regreso…
El festival Artemiches ha sido toda una experiencia, una feria vivificante; no solo por reunir pintores, escultores, artesanos, escritores y poetas, músicos, personas de distintas entidades; lo ha sido porque es un buen lugar, un pueblo virgen, cargado de cuentos viejos e historias embriagadoras… Donde aún se reconoce al individuo, por la trayectoria de amor y lealtad a sus raíces; a su folklore, a su activa dedicación por el trabajo compartido, al espíritu de hermandad que brota desde cada rincón de una tierra colmada por el aliento humano…
Sélvido Candelaria, los hermanos Peralta Romero, Rossalinna Benjamín, y tantos otros que fueron nuestros anfitriones en su pueblo natal; quienes desbordaran en atenciones a un grupo que pronto deseara retornar hacia aquel edén de misterio conquistador y al rescate por un salpicón de mariscos en un plato dispuesto por el sazón criollo, que puede aspirarse de patio en patio, sudado de las estufas y calderos de gente única, caracterizada porque sabe verdaderamente el significado del valor que representa un amigo y lo justifica en sus acciones…
Gracias interminables, Miches, por regalarnos (a trozos de saludos) un poema de dulzura, donde todos los allí convocados supimos sentir el abrigo, inconfundible, de tu tierra que es de todos los que te visitan…Sol Lora.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post