El aplastamiento por fuerzas policiales de las jornadas de lucha por establecer el horario de ocho horas diarias de trabajo en la naciente revolución industrial de los Estados Unidos, dio paso al Día Internacional del Trabajo.
La huelga de los obreros de chicago de 1886 duró tres días, fue aplastado por la fuerza y cuatro de sus principales dirigentes murieron en la horca, pero la fuerza del movimiento obrero obligó a que se firmaran las conquistas de las ocho horas de trabajo.
Hoy, millones de proletarios en el mundo entero gozan de salarios justos y horas de labores equitativas gracias al sacrificio de los mártires de Chicago. Por demás, las desigualdades sociales se han mantenido y la lucha sigue siendo permanente en contra de la tiranía, la opresión y el desconocimiento de los derechos humanos.
Los norteamericanos son de los pocos países del mundo que no celebran el día del trabajo el primero de mayo. Hay diversas razones. Una de las fundamentales que la jornada de lucha que dio paso a la fecha ocurrió en Chicago, además que fue un símbolo acuñado por el comunismo internacional y los socialistas del siglo 19
Los norteamericanos celebran el Labor Day, el primero de septiembre, con fiestas, desfiles y descuentos en las tiendas. Lo importante es que el baluarte de la lucha por reivindicaciones de la clase obrera, los asalariados en general, se celebra el primero de mayo.
En la República Dominicana sigue siendo una fecha emblemática, aunque perdida entre un día de fiesta y celebraciones que carecen del mayor significado, debido a un atomizado y casi desaparecido movimiento obrero.
Hay titanes dominicanos en el área de la lucha de los trabajadores, comenzando con Mauricio Báez y terminando con el recién fallecido Francisco Antonio Santos. La atomización del movimiento obrero y su subordinación a grupos políticos evitó su mayor trascendencia.
Hoy las centrales sindicales tienen una línea economicista, prácticamente teniendo como función central firmar pactos colectivos de trabajo con las principales empresas del país. El código de Trabajo no se sabe a beneficio de quién está hecho, si de los obreros o de los patronos.
Se torna hoy más necesaria que nunca la formación de un movimiento sindical con fuerzas propias, lejos del narigón que le puedan poner los partidos políticos o los empresarios. Es un camino difícil y de mucha lucha, que en cualquier momento se va a tener que emprender.
En el país hay que adecuar los salarios a un margen justo, hay que enfrentar el desempleo, los despidos injustificados, el alto costo de la vida, la oportunidad del estudio, en fin reivindicaciones que con el paso del tiempo se han ido perdiendo.
Reconocimiento eterno a todos los hombres de férrea voluntad que desde su rol de obreros o asalariados han luchado por lograr reivindicaciones sociales y el bien de todos los dominicanos. Hoy más que nunca necesitamos ese impulso, cuando el vigor de la lucha está congelado y la dispersión y pasividad es la norma colectiva. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
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