En el 55 aniversario de la Revolución de Abril de 1965 y la invasión de EE UU…
Amores imperiales. Amores de una élite insensible. Vienen de atrás…de muy lejos…De tiempos remotos. De conquista y coloniaje.
De tutumpotes y jorocones. Vienen de tiempos de invasiones y agresiones, y se reproducen en estos tiempos de COVID. Amores con pandemias… tifus y tisis, peste y cólera…
Nos invaden tiernamente -tropas, virus y drogas incluidas- en nombre de la paz y la democracia. Nos aman los verdugos para graduarse de filántropos. Nos adoran desde el capital como fuerza de trabajo que emana plusvalía, o como pueblo tirado a la deriva.
Nos quieren con locura para extraer de nuestro sudor y talento el jugo de sus cuantiosas ganancias, el oro de nuestras entrañas, el níquel de las montañas… ¡Nos aman para saquearnos!
Nos dedican campañas y cruzadas elogiosas. Enormes volúmenes de papel impreso y montones de discursos televisados y radiados. ¡Nunca nos excluyen de sus estadísticas! Nos multiplican y nos desarrollan en la pobreza con crecimiento.
Nos miman como sufragistas. Nos profesan un cariño especial como votantes. Nos llaman afectuosamente “marginales”… cuando no estamos en sus nóminas…o nos consideran “carenciados” y “vulnerables”… para no decirnos miserables.
Su terneza es proverbial. Nos niegan cortésmente el derecho a vivir en salud. Cuidan en sus bóvedas nuestros fondos de pensiones con especial esmero. Nos entrenan para vivir en casas inhabitables y montarnos en “voladoras”. Nos reparten sabrosuras en funditas y cajitas. Nos enseñan a soportar la ignorancia. Nos educan para chiripear. Nos conceden derecho al micro-tráfico. ¡Jamás al macro!
Convierten a nuestros jóvenes en nini. A nuestras mujeres en propiedad masculina y trabajadoras sin salario. Nos adoran para explotarnos y matarnos. Disfrutan, los de allá y los de acá, nuestras enormes penurias. Su apasionado amor nos mata, cuando no con balas…con hambre, con COVID y hasta a puros besos y abrazos.
No pueden vivir felices sin nosotros, sin nosotras. Ni aquellos en sus predios imperiales, ni sus subalternos en tierra quisqueyana. Solo, que por momentos sobramos, y para convencernos suavemente de la bondad de alejarnos de un planeta y una isla a punto de estallar, están los COVID capaces de conducirnos al Paraíso Celestial.
Otra manera de adorarnos en tiempos difíciles. Otra manera de profesarnos un amor sumamente especial. ¡Un amor de película! Amor sublime del capital en tiempo de pandemia, en pleno abril. Amor con atributos para indignar multitudes, romper cadenas y abolir cuarentenas. Por ese amor, camaradas, otro Abril habrá que repetir!.
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