La Semana Dominicana en Guatemala representa un rumbo nuevo en nuestra diplomacia. Iniciativas como esta enaltecen el rol de los diplomáticos como servidores públicos, sobre todo en pro del acercamiento con otras naciones y la proyección de lo que aquí sabemos hacer, en lo cultural como en lo industrial.
Fue notorio cómo inversionistas guatemaltecos y representantes de la clase empresarial de ese país se integraron a un encuentro de cinco días, destinado a mostrar los atractivos dominicanos. El Gobierno de esa nación tuvo también importante participación a través de ministros y otros voceros calificados.
Al hablar de atractivos dominicanos, no podemos limitarnos a lo que somos como destino turístico, sino para las posibilidades de intercambio comercial y de exploración de nuevos mercados para productos de ambas naciones. Y de eso se habló bastante en el encuentro, efectuado del 29 al 31 de agosto.
Más de cien dominicanos, representativos de diferentes quehaceres, integraron la delegación que fue capaz de cumplir el programa preparado por la Embajada dominicana en Guatemala, bajo la digna dirección de la señora Sarah Paulino Cárdenas, junto a un equipo de valiosos secretarios y consejeros.
Los guatemaltecos participantes tuvieron ocasión de apreciar y disfrutar la gastronomía dominicana, además de fumar los puros más distintivos de ese sector industrial. Hubo degustación de ron dominicano y nadie escapó de bailar los merengues -de los buenos- interpretados por el grupo Bonyé. Tocaron nuestra música, incluso en el avión.
La historia, la cultura y las peculiaridades idiomáticas de los dominicanos fueron presentadas mediante conferencias de María José Rincón, Luis Felipe Rodríguez, Bolívar Troncoso y el autor de esta columna. Además, fue proyectada la película “El naturalista isleño” y actuó el Ballet Folclórico Nacional. Hubo mucho de aquí. Llamó la atención que el señor Luis Alfonso Bosch, presidente de la Cámara de la Industria Guatemalteca, dijera en su discurso que en los últimos días había conocido más de República Dominicana que en toda su vida. Los guatemaltecos admiten conocer poco de nuestro país, pero saben de nuestras playas y suspiran por ellas.
La nueva línea Aérea Arajet puso a la delegación a volar en avión cero millas. Fue significativo que su presidente, Víctor M. Pacheco, se mantuviera en el evento todo el tiempo. A los guatemaltecos les entusiasmó saber que podrán volar directo a República Dominicana en una línea que será también de ellos. El ejemplo de la embajadora Sarah Paulino y su competente equipo de trabajo deberá ser imitado por otras legaciones. Eso conviene a la nación.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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