A Pleno Sol
La República Dominicana tiene una profunda crisis. Hay heridas que no se pueden suturar con medidas populistas, demagógicas, o tratar de salvar situaciones in-situ. Para grandes crisis, las acciones a aplicar tienen que ser dramáticas.
Donde más se siente el abandono y el golpeo es en la economía popular. El hombre de la calle encuentra que no puede llevar al pan diario a la casa. Se genera un mal de fondo, que a pasos agigantados luce incorregible. Surge el agiotismo y la especulación a la libre.
El análisis económico de aire acondicionado habla bien claro de los grandes beneficios obtenidos por la banca, la industria manufacturera y de exportación y las ganancias en el suministro de servicios, como el cable, el teléfono y el internet.
Pero el factor económico tiene otro rasgo, el cual nunca es marcado en los cuadros fríos, congelados, de las estadísticas. Se habla de producción exitosa en millones, pero no de los fracasos de los emprendedores sin padrinos. Si hay dificultades para comprar la comida diaria y pagar la asist4encia médica, debido a la desbordada inflación y el agiotismo, estamos en problemas.
Si bien la parte empresarial de la economía se ha logrado reponer, la agro-industria está a buen nivel, el área hotelera va a retornar a sus viejos parámetros exitosos, en la calle, el dominicano de a pie comienza a pasar hambre y a perder servicios básicos.
El subsidio energético y los aumentos desproporcionados de la tarifa, cuando se producen apagones masivos, es un detonante social. Poco importa que se entreguen tarjeras de ayuda social a millones de personas. La clase media es el principal sostén de esa asistencia de caridad, que no soluciona el problema
Al contrario, se crea el parasitismo social. Pasó con las funditas del doctor Joaquín Balaguer, donde familias enteras esperaban la ayuda suficiente para alimentarse, y no se preocupaban de conseguir un trabajo, o salir a la calle a chiripear.
En un sistema, reflejo del capitalismo, es imposible lograr armonizar intereses entre el gran capital y el desarrapado. Hay una fórmula que ha dado resultados en otros países y que a regañadientes se tiene que aplicar en el país. El capitalismo con rostro humano, es la solución a corto plazo.
El empresariado debe dejar atrás la usura, la especulación, y una actividad solo interesada en lograr buenas ventas, y pensar en el pesado fardo que cae sobre las espaldas de los que tienen un presente de exclusión y un futuro cerrado. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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