A Pleno Sol
La censura en la libre expresión de las ideas y la difusión del pensamiento tiene que ser rechazada. Cualquier maniobra que ponga en peligro la existencia de las libertades públicas a través de los medios de comunicación, siempre será objetable.
Hay una delgada línea, prácticamente indivisible, entre controles de ética, la verdad y aplicación de un régimen de censura. El libertinaje informativo tiene que ser sancionado de acuerdo a lo que mandan las leyes, y las profesionalidad. No se pueden permitir los tremendismos.
Respaldo que se formara una comisión que buscaría establecer reglas éticas, morales y de respeto al ciudadano en lo que se refiere a la difusión de noticias, comentarios e informaciones en general. Pero se tiene que actuar con mucho cuidado, porque los controles alegres pueden llevar a la aplicación de la censura y la auto-censura.
Ya existe sobre la espalada de los periodistas la censura económica, donde se le niegan y le quitan los anuncios si no favoritos de los funcionarios de turno. Cuidado con que ese borrador de ideas que es la censura se extienda más allá de lo tolerable.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos es clara en su protección a la libertad de conciencia, y al derecho a expresarse libremente. El periodista es voz de los que no tienen el derecho o el arrojo de hablar. Si se le pone una cremallera a la libre difusión de las ideas, caeremos en el abismo.
El artículo 18 de la Declaración de los Derechos Humanos dice: Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
El artículo 19 agrega: Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.
Es inaceptable cualquier mecanismo de censura previa, de amenazas ante la realización de trabajos de investigación, de resquemores que pueda levantar un editorial o un comentario. Si ponemos murallas al libre ejercicio de la libertad de prensa, perderemos uno de los derechos básicos de la vida en democracia. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana)
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