El pasado martes fue inaugurada en el salón Carmen Natalia Martínez, de la Biblioteca Nacional, una exposición de arte visual titulada “Recuerdo de mi abuelo”. Incluye 29 obras, entre acrílicas, acuarelas, óleos y dibujos. Su autora es la joven artista Coral Pimentel Peña. Constituyen su primera muestra individual.
Ha resultado una coincidencia, aunque no debió serlo, que la exposición se instalara en el salón que lleva el nombre de Carmen Natalia Martínez (1917-1976), una poeta que demostró gran sentido de responsabilidad ciudadana, confirmada por su enfrentamiento a la dictadura de la familia Trujillo.
El abuelo de Coral, a quien se dedica la exposición, dedicó su fructífera existencia, en la segunda mitad del siglo veinte, a abogar por el establecimiento de la democracia en la República Dominicana. Ese fue su mayor empeño y para conseguirlo hubo de superar una extensa carrera de obstáculos.
La artista, nativa de Bonao y egresada de Altos de Chavón, contaba solo dos años cuando murió su abuelo, el 10 de mayo de 1998, de modo que no tuvo tiempo para disfrutar de los mimos y consentimientos del padre de su madre, llamada Ángela. Tampoco debió sufrir los crueles agravios a los que fuera sometido.
Algunas teorías en torno a la filosofía del arte han pretendido que la creación artística se desarrolle por puro esteticismo, al margen de algún interés que vaya más allá de lo artístico. Es decir, se ha procurado que la obra de arte (poesía, pintura, escultura, cine…) sea un fin en sí mismo, y nunca servir a propósitos de otra naturaleza.
Resulta difícil que el arte pueda ser apartado de los sentimientos del artista. Pero también me parece injusto que al creador se le imponga tan pesada penalidad. No es extraño que la realidad social brote de la obra creativa como agua en vasija perforada. La visión particular del artista cuenta, pues es un componente de la obra.
La mira artística de Coral Pimentel ha captado la imagen de su abuelo materno y en aleación con sus entrañables recuerdos de infancia, de ellos ha emanado este cúmulo de obras. Ella no lo conoció, pero sabe que este hombre, además de ser su pariente, es un símbolo de la democracia dominicana.
La noche inaugural la sala se llenó de público juvenil, mientras la fue notoria la ausencia de la clase política. Zorrilla Osuna y Enrique Gil marcaron la diferencia. La exposición permanecerá hasta el 21 de este mes. Se trata de un tributo artístico, no solo al abuelo de Coral Pimentel, sino a un titán de nuestra democracia: José Francisco Peña Gómez.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es escritor y periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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