Redacción (Telesur).- Cuando comienza a amanecer, la promesa de Caracas es el trajín de un día que parece diseñado para el puro compromiso laboral, y para la carrera por el transporte, el bastimento y la salud. Sin embargo las sonrisas también tienen su espacio.
El caraqueño, y en general todos los residentes de la ciudad capital de Venezuela, llegados desde el interior del país o de otras naciones, no renuncian a la conversación sabrosa, a la tertulia y muchos menos a la esquina, símbolo eterno de las urbes.
El citadino apura el paso que lo va a llevar a su faena, y es un paso rítmico, caribeño, mestizo, casi bailado porque precisamente el caraqueño tiene una fuerte tradición de baile desde los tiempos de la fundación de la ciudad.
Esa inclinación por el baile libre y suelto adquiere proporciones bien definidas cuando se aborda cierto tipo de música, urbana, generada al calor del siglo XX y a la que el caraqueño ha dado aportes y el sabor del vocablo que la identifica: Salsa
La salsa en Venezuela tiene mucha historia condensada en tanto que crónica de resistencia asociada a la alegría. Y fue un locutor de Caracas, Phidias Danilo Escalona quien a aquella fusión de colores musicales le aplicó el genérico nombre de Salsa. En su honor Venezuela cuenta con el Día Nacional de la Salsa, el 5 de octubre, fecha del natalicio de Phidias.
Tres pilares
Fueron muchas las bandas, combos, orquestas y conjuntos que se plegaron a la expresión salsera nacional y a los movimientos que también emergían en todo el Caribe y en Nueva York. Destacamos a Federico Betancourt y su Combo Latino, Olinto Medina y el Sexteto Juventud y a Ray Pérez con Los Dementes por la inmediata proyección que tuvieron. Ninguno nació en Caracas pero fue en la capital donde consolidaron sus proyectos.
Federico Betancourt y su Combo Latino fue pionero dentro y fuera de las tarimas y desde sus inicios evidenció una personalidad muy definida que no secuestró méritos de otros. Federico determinaría uno de los rumbos sonoros de esa salsa venezolana.
Visionario para lo musical, para lo bailable y para lo que sería el negocio discográfico, el nacido en Valencia (Carabobo) nunca ocultó la alegría de aportar. Caracas se alineó con él y con Phidias Danilo Escalona. Eran una combinación indetenible.
El programa de Phidias, “La hora de la Salsa, el sabor y el bembé” a través de Radiodifusora Venezuela logró lo que nadie: derrotar a los noticieros radiales de la hora del almuerzo. A partir de él ni siquiera las zonas del este de la ciudad se sustrajeron al encanto de la nueva sonoridad, a la irreverencia de la música, y ahí estaba el Combo Latino de Federico. ¿Su fórmula? Siempre supo que la clave estaba en el baile. Y hacia allá apuntó. El resto es historia conocida.
Otro pilar sólido en el emergente sonido caraqueño fue el Sexteto Juventud surgido en la popular zona del 23 de enero de Caracas, fundado por el músico nacido en Aguada Grande (Lara) Olinto Medina primero con el nombre de “Los Tropicales”, y bautizado posteriormente como Sexteto porque eran seis sus integrantes y en Juventud para asociarlo a un club social y deportivo que también habían formado.
No reconocieron influencia del sexteto de Joe Cuba porque, según aseveró Olinto Medina no era la sonoridad que deseaban.”Guasancó” fue su primer éxito, dado a conocer en 1967 en la voz de Carlos Quintana, ‘Tabaco’.
El Sexteto Juventud se caracterizó por crear temas propios que mantienen intacta su popularidad. También generó un sonido muy particular a partir de la incorporación y modificación de la guitarra eléctrica.
El tercer grupo referencial en la sonoridad de la salsa venezolana fue Los Dementes de Ray Pérez, el nacido en Barcelona, (Anzoátegui). No es que sea el tercero en orden de importancia porque acá el tema es aleatorio, pero sin dudas Ray Pérez fue el más avanzado conceptualmente hablando, y quien más apostó por la irreverencia en el sonido y en la puesta en escena. Ray no le temió ni a la industria discográfica, ni a la industria radial ni a nadie. Sigue siendo un pionero que no hizo concesiones al comercio.
Se puede decir que estos tres pilares hacen parte de la génesis de la salsa en Venezuela y de un ente organizado, con un lustro de existencia y con muchas propuestas: Corazón Salsero.
El análisis
Entre 1965 y 1969 la salsa explotó en Caracas como insurgente de una manera de ver el mundo y bailarlo. Sin embargo hay detalles que conviene contextualizar. Como bien apunta el historiador Juan Carlos Báez en su libro “El vínculo es la salsa”.
Señala Báez: “La salsa que se ha gestado en el país desde 1966 entra a partir de 1969 en una declinación en el medio comercial venezolano. En esta perspectiva los grupos salsosos encuentran la limitación de no poder proyectar libremente sus estilos. La imposición comercial de otros tipos de música impide el desarrollo de la naciente expresión, con lo cual se produce lo que caracterizamos como un largo proceso de transición para la salsa venezolana. La causa del descalabro comercial de los conjuntos salsosos se debe a la imposición de las modas conocidas como ye ye, go go. Psicodélica… etc.”
Y ciertamente la penetración del rock y otras formas de músicas no venezolanas captaron la atención de la juventud, lo que no estuvo mal; lo que estuvo distorsionado fue el desigual empuje radial y mediático que arrinconó a las expresiones de la salsa caraqueña.
Es esa la etapa del mayo francés de 1968 con todo lo que implicó como influencia en el mundo (incluyendo, claro, a la América Latina); es esa la etapa de los planes del Gobierno de EE.UU. de combatir hasta a su propio pueblo, incluyendo a su inmenso movimiento Hippie que se manifestaba en contra de la guerra de su país contra Vietnam.
Habría que sumar los planes de dominación de EE.UU. contra diversos países opuestos a su política hegemónica, dispuestos a darse las formas de gobiernos que estimaran pertinentes. En esos planes entró una industria del espectáculo diseñada para la alienación, la penetración y la desmemoria. Y es allí donde la salsa entra a jugar un papel de resistencia cultural y musical.
Insurge Latinoamérica
En medio de este panorama salsoso de finales de la década de los 60, y de la ofensiva de la industria cultural estadounidense, se dio el empuje que significaron los movimientos de una nueva canción necesaria y de conciencia salida desde países como Argentina, Chile, Venezuela, Nicaragua y Cuba.
En Venezuela asumió las formas de la canción tradicional; igualmente los medios de comunicación trataron de silenciarla, pero ya había prendido en el alma de los pueblos y se trasladó de corazón a corazón para seguir cantando. Salsa y Canción Necesaria se hermanaron con la fortaleza de la memoria.
Vendría después una etapa brillante tanto del canto necesario como de la salsa en Venezuela, pero ese es otro capítulo.
Festival Internacional de la Salsa en Caracas
Señala el historiador Juan Carlos Báez en su obra “El Vínculo es la Salsa”: “Los días 3, 4 y 5 de febrero de 1975 se dan cita en El Poliedro de Caracas 42 agrupaciones provenientes de República Dominicana, Puerto Rico, Curazao, Colombia, Nueva York y Venezuela en un evento denominado I Festival Internacional de la Salsa, en el cual fueron premiados los mejores exponentes del movimiento caribeño.
Este Festival tiene una trascendencia especial por varias razones. En primer lugar porque reúne a cantantes y orquestas importantes y suficientemente conocidos en Venezuela. Rompe además con el silencio impuesto a la salsa por la moda del pop y el rock. Pero sobre todo porque evidencia su signo más positivo con la participación de una cantidad considerable de agrupaciones venezolanas, totalizadas en número de 24″.
«Es necesario puntualizar entonces que este Festival reviste particular importancia no sólo por haber reunido músicos de diversos lugares, orquestas de calidad, etc. sino que antes que un carácter internacional destaca el hecho de presentar a las orquestas venezolanas compitiendo y/o mostrando su estilo al mismo nivel que la Típica 73, la orquesta de Roberto Roena y El Gran Combo, por ejemplo.”
Es lo ideal, pues privilegiar lo nacional (incluyendo temas inéditos, arreglos nuevos y nuevas propuestas del interior del país) es ratificar la creencia en lo que se está haciendo en materia musical, en este caso, urbana, salsosa.
Puede ser que el ejemplo de ese I Festival Internacional de la Salsa sirva como parámetro para el movimiento nacional Corazón Salsero, que trabaja en la recuperación y difusión de las expresiones salseras de Venezuela a todos los niveles, y que se prepara para acometer un Festival Mundial del género.
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Por teleSUR – Lil Rodríguez
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