Admito que tenía planes de pasarme unos días de Semana Santa en el “revolcadero de burros” donde desde hace muchos años disfruto con familia y amigos, pero Gustavo Montalvo me convenció el viernes de que incurriría en una temeridad, además de que está “terminantemente prohibido” viajar al interior desde hoy.
No se podría contener la propagación de coronavirus sin el requisito de la reclusión domiciliaria y el aislamiento social, por lo que todos los ciudadanos debemos obedecer la veda a viajar al interior.
El Covid-19 ha instaurado una nueva realidad, lo que quiere decir que el mundo cambiará radicalmente para el día cuando sea controlado por la ciencia, aun cuando muchos años después la humanidad rebase los niveles de crisis económica global que causa la pandemia.
Tras dos guerras mundiales y otros conflictos regionales apadrinados por potencias que ocupan asientos permanentes en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, se produjo algún acuerdo no escrito para llevar el teatro de la guerra convencional a naciones del Tercer Mundo.
Las guerras no se escenifican ya en Alemania, Rusia, Francia, Reino Unido, China o Europa (nunca han sido en EEUU), sino en Vietnam, Laos, Cambodia, Nicaragua, El Salvador, Ucrania, Irán, Siria, Libia, Irak, Afganistán, Palestina y África, aunque son las mismas potencias las que rivalizan entre si y suministran armas a los que van a morir.
Esas conflagraciones se manejan a control remoto desde las grandes metrópolis con objetivos imperiales o de control de materias primas o rutas de comercio.
Gran parte de las riquezas generadas a naciones del Primer Mundo, como consecuencia de esas guerras, se derraman hoy como agua entre las manos, por el coronavirus que ha paralizado a la economía.
Los seres humanos han pasado a un plano de subordinación frente a las marcas que subyugan a los pueblos a través de la explotación de sus riquezas, de su mano de obra y de la nueva esclavitud del consumismo.
Un amigo me dijo que Donald Trump es un presidente exitoso porque redujo el desempleo a menos de un 4% y porque convirtió a Estados Unidos en un exportador neto de petróleo, aunque admite que la extracción de ese fósil en Alaska requiere de sacrificios medioambientales.
También me dijo que sería un absurdo que por el Acuerdo de París, el mundo obligue a Trump a ingerir ese petróleo y tragarse las minas de carbón, con lo cual me quiso decir que lo de la capa de ozono y el daño al ambiente no tiene significación.
Las economías de Estados Unidos,Rusia, Italia, Alemania, España y Francia, retornarán este año a la recesión por el virus que nada tiene que ver con el petróleo ni con la Cumbre de París, ni con guerras a control remoto. El Mundo será otro, donde la marca Trump no será infalible ni determinante.
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