A Pleno Sol
Los dominicanos necesitan tener un encuentro con Juan Pablo Duarte. No con el rostro idealizado en el bronce y el mármol, sino con el idealista, el que a golpe de infortunios tuvo la verticalidad de luchar por la fundación de una república libre y soberana.
Duarte está vivo, porque los ideales no han muerto. Duarte es la República Dominicana y mientras haya Patria estará con nosotros. Sus ideales hay que reivindicarlos, levantarlos y tenerlos como norma de conducta.
Duarte es cada uno de los dominicanos que lucha por un mejor país, por lograr el desarrollo, por poner fin al analfabetismo, el patricio está ahí día a día, a pesar de que muchos han intentado sepultarlo y convertirlo solo en un pieza de bronce para ser exhibido en fechas especiales.
La Independencia Nacional sigue inconclusa. En el 1844 se dio el paso al frente con los mosquetes en las manos. Se echó al interventor haitiano, pero las luchas intestinas dejaron a trunco el proceso independentista. Juan Pablo Duarte era el más puro y combativo de los Trinitarios, levantando la idea de una patria libre y soberana.
Duarte es el gran idealista que dio forma a esta república. Está presente. Los grandes hombres de la historia nunca mueren. Su ejemplo y su mensaje redentor siempre están presentes. Pero Duarte ha sido un olvidado por siempre. Una pieza que se guarda en una gaveta y se saca cuando beneficia a intereses personales.
En el 1844 muchos enfrentaban a los haitianos, pero solo un puñado tenía la firme convicción de dar paso a una República Dominicana libre e independiente. Hoy hay entreguistas de nuevo cuño, que venden su conciencia, su alma y su Patria al mejor postor.
Pedro Santana no tenía fe en una república independiente. Para el todo era sacar a los haitianos y buscar la protección de los españoles. Sus hateros no creían en seguir una senda de libertad y soberanía. La ley del sable era su consigna, y el someter por la fuerza a los opositores la ordenanza.
Saludó el primer aniversario de la gesta independentista con un baño de sangre. Santana no consideraba una opción vivir en un país libre. Tenía genes de esclavo de los españoles y de colonialista de bueyes y caballos.
Hoy hay que estudiar la independencia del 27 de febrero. La división siempre ha sido el trauma de los dominicanos. Nunca se ha dado una gran concertación nacional. Por décadas lo que se ha impuesto es la lucha de grupos, donde el más fuerte sepulta a los otros.
Vamos a luchar por la gran Independencia Nacional, a continuar la brega que inicio Juan Pablo Duarte, y que tan pronto como en el 1844 las divisiones dieron al traste con la idea emancipadora. A retomar los caminos y a luchar brazo en alto, para que se imponga la libertad, la independencia y la soberanía. ¡Ay!, se me acabo la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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