Por Wenzel Musset Lorenzo
El 19 de noviembre (día internacional del hombre) siempre pasa de dos formas, entre burlas o desapercibido, es normal escuchar cosas como: ¿existe el día del hombre? ¿para qué se celebra eso? o las comparaciones que se dan con el día de la mujer, que de manera social, se le da mucha más importancia.
El hombre es cómo el gran titán atlas de la mitología griega, que ha tenido el deber y el castigo de llevar el mundo en sus hombros, lo digo como un observador interesado en el funcionamiento de las sociedades, el hombre en la cultura actual ha sido reducido a varias cosas: un inútil, un depredador sexual, un golpeador, un ser violento, agresivo o una máquina que su única función es traer el pan a la mesa, este es nuestro castigo inmerecido.
Me siento orgulloso de ver todo los logros que hemos obtenido a lo largo de la historia a través de nuestros ancestros con intelecto, sangre, sudor y lágrimas, después de librar tantas guerras, hacer tantas invenciones científicas, liderar los grandes movimientos sociales y políticos, tomar las decisiones que han llevado a la civilización al estado de prosperidad de la que gozamos hoy, entonces cómo es posible que la figura masculina sea reducida… a la nada? pero aún más importante, cómo podemos entendernos a nosotros mismos y cambiar está percepción?.
Estas son preguntas que filósofos, psicólogos, sociólogos, pensadores, académicos, periodistas y cada hombre tendrá que empezar a pensar o trabajar dentro de su trabajo y en profunda introspección, el gran problema es que el enfoque ha sido calificarnos por nuestros errores como un animal salvaje que debe ser domesticado, en vez de un ente que debe ser estudiado, sus problemas y virtudes comprendidos y trabajados.
Es momento de quitar la mirada de agrupaciones e instituciones que califican nuestra masculinidad de manera “tóxica” o no temen para señalar con el dedo y decirte que “el violador eres tu” desde el orgullo y un interés sincero para entender nuestra naturaleza, historia, deseos, virtudes, defectos, es nuestro deber cambiar el rumbo decadente de los hombres y la masculinidad del siglo 21, por eso regocijémonos cada 19 de diciembre, pensemos y actuemos para cada día encaminar al hombre por el camino de la grandeza otra vez.
wenzelmlorenzo@gmai.com
(El autor es escritor y estudiante de derecho, residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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