Las autoridades gubernamentales han formulado una exhortación a los comerciantes del país a respetar los precios de las ofertas y cumplir con sus responsabilidades como lo establece la Ley 358-05 para evitar que se produzca publicidad engañosa en contra de los consumidores en Black Friday o Viernes Negro.
El llamado no deja de ser importante porque el propósito es coordinar acciones conjuntas con este sector voraz comercial para garantizar los derechos e intereses económicos de los consumidores.
Los proveedores de servicios fundamentales de los rubros que se ofertan mayormente en el mes de noviembre, como es el caso de los electrodomésticos, tienden a tenderle trampas a los ciudadanos que acuden en masas a las plazas comerciales atraídos por las ofertas, que a fin de cuenta resultan engañosas.
Ponderamos el esfuerzo del Instituto Nacional de Protección de los Derechos del Consumidor (Pro Consumidor) en defendernos de los abusos que cometen los comerciantes, un sector desalmado e inescrupuloso que opera sin ningún temor, con mucha voracidad y descontrol, en franco desafío a las leyes.
Según este organismo fiscalizador, en ese Viernes Negro, en caso de que un bien no cumpla con el uso por el cual se adquirió, o sea imposible su reparación, el comercio tiene la responsabilidad de sustituir este electrodoméstico por otro, hacer una rebaja del precio, o devolverle al consumidor el valor pagado como lo establece la normativa que crea esa institución.
En la práctica, pocos negocios obedecen a esa regla. La idea es explotar al consumidor hasta dejarlo sin un centavo. Cada quien impone su propio código de venta. Incluso, suben los precios y los disfrazan con la etiqueta de “ofertas especiales”.
El Black Friday es una actividad que tiene su origen en Estados Unidos y se celebra el primer viernes después de Acción de Gracias. Su historia comenzó en los años 60, momento en que el comercio minorista estadounidense precisaba aumentar sus ventas durante las fiestas. No obstante, la expresión Black Friday se empezó a usar con el sentido que hoy conocemos en 1961 en la ciudad de Filadelfia, cuando un boletín público alertaba del caos que se estaba produciendo en las calles de la vía pública por las rebajas del día posterior a Acción de Gracias.
A partir de ahí, se festeja en varios países occidentales y en la región latinoamericana, ocasión que es aprovechada por los empresarios y plazas comerciales para engañar a la gente.
En esta fecha, se ofrecen mercancías de todo tipo a precios supuestamente bajos, como televisores, radio, camas, muebles, neveras, juego de comedor, ropas, celulares, computadoras, entre otras.
En esas circunstancias son abarrotados los medios impresos, redes sociales, radio, televisión, con mensajes publicitarios malintencionados a los fines de atraer a los ignorantes que acuden a comprar, confiados en que ese día obtendrán precios cómodos. Muchas personas ahorran dinero para ese día.
En el Viernes Negro, las plazas comerciales publicitan la famosa y tradicional oferta del 2 x 1, es decir, se compran dos artículos y se lleva uno gratis. En la práctica, el cliente no recibe el proyectado artículo adicional gratis, sino que se lo cobran cuando se facturan los dos. Nadie regala nada, sin recibir beneficios.
Esas trampas también suelen darse en fechas importantes, como San Valentín, Día de las Madres y de los padres, Nochebuena, Año Nuevo y Los Reyes Magos.
Los comerciantes usan la publicidad como herramientas para promover sus mercancías y también las empresas corporativas, iniciativas que en el fondo siempre prevalece la intención de timar a los clientes.
De nada han valido los operativos desarrollados por las autoridades nacionales para frenar los fraudes de los productos de diferentes consumos. En algunos productos colocan unas etiquetas con tablas de valores nutritivos que distan mucho de su real calidad, ejemplos: jugos, leche, queso, yogourt y otros de consumo masivo.
La publicidad ha sido desde siempre una de las más poderosas armas que puede emplear una marca o una empresa para conectar con su potencial público y para dar a conocer sus productos y sus servicios.
Es un excelente mecanismo de seducción en el que caen muchas personas. Cuando se hacen anuncios y se construyen los mensajes que los protagonizarán, se embellece la realidad, se pinta todo bonito. La meta final es adoptar una mentira para posicionar a la marca.
Viviremos el resto de nuestra existencia en las redes del engaño. Es una lamentable realidad que se da en casi todos los países, especialmente los capitalistas.
mvolquez@gmail.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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