A Pleno Sol
Se celebró el Día del Maestro con un año escolar en medio de la desbandada. La mayoría de los colegios ya terminaron sus labores, mientras que la escuela pública dice que está próximo a los exámenes.
Bajo ninguna circunstancia el presente año lectivo debió continuar en el mes de julio. A duros pasos se ha dado fin a uno de los años lectivos más traumáticos en la historia dominicana. La fase presencial no se pudo ejecutar completamente, y la audio-visual estuvo llena de limitaciones e incertidumbre.
Haciendo un balance realista, se hizo lo que se pudo. El ministerio de Educación trató de salvar el año, de volver a las aulas, pero el rebrote de la pandemia lo impidió. En el área privada, a los muchachos se les permitió ir dos veces a la semana a las aulas, y en otros casos se siguió la vía del internet.
Si se busca el balance con los eternos fallos y colapso de la educación dominicana, se llegará a la conclusión de que fue casi una etapa perdida, pero que con el esfuerzo de todos se pudo sacar adelante. Ahí está lo importante, se mantuvo el interés de los niños en las escuelas.
Hay que dar un voto de reconocimiento a los maestros, aunque la mayoría se tomó un año de vacaciones pagadas, no volvieron al aula ni se integraron a las tareas por los medios audio-visuales. Eso sí, siempre presentaron sus preocupación por salvar el sistema educativo, y esa es una buena manifestación.
La solución más acertada ahora, es que los muchachos sean promovidos al curso inmediato superior. Cuando comience el próximo año lectivo se le deben dar repasos del curso anterior los dos primeros meses, para que puedan estar medianamente capacitados.
No hay ahora mismo condiciones para la aplicación de un examen riguroso, ni estar «quemando» a la carrera a los alumnos. Todos deben ser comprensivos con el momento actual y comprender que aprender e impartir enseñanza ha sido más difícil que nunca.
Hay que conservar la fe de que en los próximos meses el coronavirus será controlado. Que en varios meses se podrá retornar a dar clases presenciales, y que se instaurará una nueva rutina. Será imposible volver a la forma de vida de los chicos y chicas de antes de la pandemia.
Hay que pasar la página de este año escolar, y comenzar a trabajar para el próximo. Los errores de hoy no se deben repetir y tienen que ser superados. Los educadores deben estar en la primera línea del sacrificio y comprender que no solo desempeñan un trabajo de pago mensual, sino que su ejercicio es todo un sacerdocio.
A pesar de todas las fallas, dignifiquemos al maestro de hoy, que en medio de los mayores sacrificios y riesgo pudo mantener en alto la bandera de superación para dar ejemplo a la niñez y la adolescencia dominicana. ¡Ay!, se me acabó la tinta.
manuel25f@yahoo.com
(El autor es periodista residente en Santo Domingo, República Dominicana).
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