Qué le falta al presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, para que pueda ser considerado otro Somoza? Somoza es sinónimo de gobernante despótico, intolerante, jactancioso, megalómano, maligno y perverso. Pues, nada. Ortega representa una perniciosa encarnación de los Somoza, la dinastía que durante décadas sojuzgó a ese pueblo.
Todos los actos del pérfido gobernante apuntan a definirlo como un dictador peligroso. Antes fue un gran simulador, ataviado de comandante revolucionario, pero ya se despojó de un traje que no le quedaba bien. Su práctica cotidiana presenta al cuarto Somoza como un sujeto enloquecido por el poder y cautivo de su paranoia.
Lejos de ser la primera figura del Frente Sandinista de Liberación Nacional, Ortega llegó al poder en 1979, tras una dura guerra que logró el derrocamiento de la dictadura de Anastasio Somoza Debayle, el tercero de la dinastía de esa nefasta familia que, a sangre y fuego, sin pudor ni rubor, hizo de Nicaragua un feudo particular.
Somoza Debayle, quien gobernó de 1967 a 1972 y posteriormente de 1974 a 1979, huyó al exilio, pero…un día circulaba plácidamente en Asunción, capital de Paraguay, cuando su Mercedes Benz blanco voló, sin ser avión, gracias a un certero bazucazo. El dictador corrió la misma suerte de su costoso automóvil. Atrás quedaron riquezas y poderes.
La revolución sandinista ilusionó a muchos, sobre todo en Latinoamérica. Dieron apoyo hasta quienes no podían. Muchos fueron a Nicaragua a recoger café, otros a alfabetizar, los organismos internacionales pusieron lo suyo. Pero ay, las travesuras de Daniel. Cuánto amor, cuántas canciones, cuánta solidaridad desperdiciada.
Ahora el cuarto Somoza, sobrevalorado por sí mismo, se ha creído que él encarna el sandinismo, sólo él y su trastornada esposa constituyen el pueblo nicaragüense. Cinco candidatos presidenciales están detenidos por orden del dictador. Ningún periodista crítico tiene derecho a vivir en Nicaragua, como ha ocurrido con Carlos Fernando Chamorro.
Unos 59 países han firmado una declaración conjunta para reclamar la celebración de comicios libres en Nicaragua y liberar a los líderes opositores mantenidos arbitrariamente bajo prisión. Reunido Ginebra, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU condenó la violación a los derechos humanos en la patria de Rubén Darío.
Con Daniel Ortega -o Daniel Somoza- se cumple plenamente el famoso dicho de Lord Acton: “El poder tiende a corromper, el poder absoluto corrompe absolutamente”. Olvida la suerte final de quienes insisten en retener el poder a contrapelo de la ley, la ética y la voluntad de su pueblo. Olvida lo ocurrido el 17 de septiembre de 1980, en Asunción.
rafaelperaltar@gmail.com
(El autor es periodista y escritor residente en Santo Domingo, República Dominicana).
Comentarios sobre post